Poco a poco, sin prisa pero sin pausa y de una manera discreta, Marc Murtra está configurando el Consejo de Administración de INDRA a su medida, tras convertirse en presidente ‘ejecutivo-corporativo’, con José Vicente de los Mozos como CEO ‘ejecutivo-comercial’.

En paralelo, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, propuso esta semana sustituir la SEPI, dependiente de Hacienda, por una Agencia Industrial del Estado, dependiente del Ministerio de Industria, para reforzar la presencia del Estado en empresas estratégicas. Al parecer, la SEPI está anticuada y necesitamos otra SEPI “que sea digital”, en palabras de Díaz.

Aquí la reacción de María Jesús Montero, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda: “No la entiendo. No entiendo muy bien el motivo ni la razón de fondo”, afirmó.

En paralelo, Yolanda Díaz propone crear una Agencia Industrial del Estado que dependa de Industria y no de Hacienda, como la SEPI. Al parecer, necesitamos una SEPI "digital"

Volvamos a INDRA. La entrada de Javier Escribano como consejero dominical, anunciada en la tarde del martes -vean el comunicado adjunto-, responde a esa ‘nueva’ INDRA de Murtra, uno de los principales capitanes ‘industriales’ de Moncloa.

Efectivamente, el vertiginoso crecimiento de Escribano es muy representativo de la política industrial de Sánchez, consistente en otorgar millonarios contratos públicos a empresas privadas, aunque sean pymes, que luego invierten en empresas semi-públicas, aunque esto último nada tiene que ver con los contratos conseguidos años antes, naturalmente. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

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Sea como fuere, es la ‘smart people’ del sanchismo, de la que forman parte el citado Escribano y Jokin Aperribay, consejero dominical de INDRA en representación de SAPA (7,9% de INDRA), y presidente de la Real Sociedad.

Todo esto es muy bonito y hasta tiene un punto entrañable, pero estamos hablando del gran proyecto industrial español de defensa, con aspiraciones europeas. ¿Por qué ir de la mano de pymes -son grandes y tecnológicamente avanzadas, pero pymes a fin de cuentas- en lugar de convertir directamente a INDRA en un actor principal, como es, por ejemplo, Thales en Francia?

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En otro orden de cosas, la entrada de Escribano ha dinamitado las normas de buen gobierno corporativo: el número de consejeros independientes ha caído a menos de la mitad y el número de mujeres se ha reducido hasta el 31,2% del total. Para salvar esta incómoda situación, INDRA habla en el comunicado del “carácter coyuntural” del Consejo y confirma que “velará por contar con un Consejo cuya composición y estructura cumpla con las recomendaciones y principios del Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas”.

Seguro que pone remedio pronto, pero lo cierto es que el Gobierno Sánchez, con sus dos operaciones empresariales más importantes -INDRA y Telefónica- ha conseguido que esos consejos de administración dejen de cumplir esas normas. Por cierto, ¿dónde está la CNMV?