El nombramiento de Marc Murtra como presidente no ejecutivo de INDRA supuso el ascenso de Ignacio Mataix y Cristina Ruiz, ambos directores generales, por debajo del presidente ejecutivo, Fernando Abril-Martorell, a la categoría de consejeros delegados. Los dos pasaron a ser al mismo tiempo los primeros ejecutivos de la compañía, con el mismo rango, aunque, en teoría, cada uno de ellos al frente de su parcela concreta del grupo.

Pronto se vio que la bicefalia no funcionaba. De hecho, como adelantó Hispanidad, fue Ruiz quien se hizo rápidamente con los mandos de la empresa en detrimento de su colega Mataix. Ruiz, que llegó antes a la empresa (2011), se ha ido ganando el respeto de la plantilla, aunque algunos consideran que le sobra carácter a la hora de tratar con los empleados.

Murtra tampoco apoya a Mataix, entre otras razones porque su pensamiento y sus esfuerzos están centrados en lograr ser presidente ejecutivo. Lo conseguirá: además de suyo, es el deseo del Gobierno, que le nombró.

Mataix ni siquiera cuenta con el respaldo de los consejeros independientes capitaneados por el vicepresidente y consejero coordinador, Alberto Terol -el muro de contención que impidió el nombramiento de Murtra como presidente ejecutivo-, porque piensan que lo ha hecho mal.

Mataix llegó a INDRA en febrero de 2018 de la mano de su gran amigo Fernando Abril-Martorell, que le puso al frente de la división de Transporte y Defensa. Mataix dejó ITP, de la que era director general, para fichar por INDRA, empresa que unos meses después -junio 2019- comenzó a negociar con Rolls-Royce la compra, precisamente, de ITP, que no se llevó a cabo. Pedían demasiado.

Mientras tanto, INDRA continúa con su estrategia de desinversión de activos no estratégicos y ha anunciado este miércoles la venta de sus instalaciones en San Fernando de Henares (calle Mar Egeo, 4) a Xdata Properties.