Avangrid, filial de Iberdrola en Estados Unidos, acordó cancelar un contrato para vender electricidad desde un parque eólico a construir en la costa de Massachusetts y pagar 50 millones de dólares como indemnización. 

Ahora bien, se trata de la punta del iceberg. Lo cierto es que Ignacio Galán ha decidido echar el freno a sus proyecto de eólica en el mar. Fuentes de Iberdrola aseguran que no se abandona sino que se va a "revisar"... lo que iba a ser el producto estrella de los próximos años, pero lo cierto es que Galán ha ordenado revisar el proyecto.

La eólica marina se ha visto impactada de manera abrupta en los últimos años por los problemas en las cadenas de suministro, consecuencia de la paralización del mundo por el Covid-19, y la subida exponencial de los costes de las materias primas, principalmente el acero. Ambos problemas se han visto exacerbados por la guerra en Ucrania. Al mismo tiempo, se ha producido una subida del precio del dinero, magnitud vital en un negocio como este. 

Con las mismas dificultades que han depreciado el valor de los grandes fabricantes de aerogeneradores del mundo, como Vestas o Siemens Gamesa, alguno de los cuales ha sufrido el terminal proceso de liquidez y se han visto abocados a fuertes reconversiones.

Ejemplos hay muchos: Anna Borg, CEO de Vattenfall, en los resultados de enero-junio de 2023, afirmó: “La inflación y mayores costes de capital están afectando al sector energético en su conjunto, pero la situación geopolítica ha afectado aún más a la industria eólica offshore y a su vulnerable cadena de suministro. Vemos incrementos de costes de un 40%”. Como resultado, Vattenfall ha suspendido su proyecto Norfolk Boreas, en el Reino Unido, uno de los más grandes del mundo, con 1,4 GW.

En todo el mundo, cunde el síndrome Orstedel mayor desarrollador de parques eólicos 'offshore' del mundo, sumido en una grave crisis

Al toro lado del charco, en Estados Unidos, más de 9 GW en proyectos están en riesgo porque sus promotores quieren cancelar los contratos o renegociarlos, ya que los precios son ahora demasiado bajos para que la inversión sea rentable.

El caso más duro ha sido el de la danesa Orsted, el mayor desarrollador de parques eólicos 'offshore' del mundo, que anunció pérdidas de hasta 2.300 millones de dólares en sus proyectos eólicos marinos en Estados Unidos, debido a problemas en la cadena de suministro, subida de los tipos de interés y falta de nuevos incentivos fiscales. Llegó a amenazar días después con cancelar todos sus proyectos de eólica offshore en Estados Unidos si el gobierno federal no aumentaba las ayudas públicas. En ello estamos.

Más: la última subasta de renovables en Reino Unido obtuvo el peor resultado desde 2017. Tan solo se adjudicó un tercio (3,7 GW) de la potencia asignada en la subasta anterior y ni un solo megavatio para la eólica marina. Las compañías energéticas decidieron no concurrir por considerar que los precios fijados por el Gobierno británico eran demasiado bajos y no respondían a las demandas del sector, severamente afectado por la inflación y los problemas en la cadena de suministro.

Estamos hablando de una burbuja: la burbuja en la eólica offshore parece que ha explotado y entre las compañías más expuestas están algunas de las grandes, como Orsted e Iberdrola. Las primeras ubicaciones, las sencillas, se agotan (proyectos en tierra y en zonas con una orografía propicia) y las dificultades son cada vez más evidentes cuando se plantean grandes proyectos en zonas frontera, como la eólica 'offshore', donde la complejidad logística y los costes se multiplican.