Eurostat ha dado a conocer los datos de la inflación en la zona euro, que se ha quedado en el 9,2%.

Mientras que en el conjunto de la Unión Europea (UE) la inflación cerró 2022 en el 10,4%.

Por países, la inflación más baja se dio en España, con el 5,5%; Luxemburgo (6,2%) y Francia (6,7%).

Entre los Veintisiete, 16 economías registraron tasas de inflación interanual de doble dígito, incluyendo nueve de la zona euro y Croacia, concentrándose los mayores incrementos de precios en Hungría (25%), Letonia (20,7%), Lituania (20%) y Estonia (17,5%).

Sin embargo, la inflación subyacente en España en diciembre alcanzo el 7%, frente al 5,2% en Europa.

Recordemos que para el cálculo de la inflación subyacente se prescinde dentro del IPC de los componentes más volátiles -cuyos precios sufren grandes fluctuaciones debido a conflictos internacionales, malas cosechas, etc- entre los que se encuentra el índice energético (gasolina, gas, electricidad) y el índice de alimentos no elaborados (frutas, verduras, etc.) Por lo tanto, la inflación subyacente es el indicador que permite identificar con mayor precisión la variabilidad de precios en un corto tiempo.

Es decir, que la inflación subyacente se usa para medir la escalada de precios tanto a corto como a medio plazo debido a que los factores transitorios son eliminados. Por otro lado, este tipo de inflación permite medir los resultados de la política monetaria en un país, ya que se excluyen los elementos internacionales.

Y eso, mientras ayer la vicepresidenta económica Nadia Calviño volvía a presumir de lo bien que va la economía española.