"El Ingreso Mínimo Vital ha alcanzado a 523.486 hogares en los que viven 1.453.773 personas, según la estadística publicada por el Instituto Nacional de la Seguridad Social hasta finales de octubre", así celebra Moncloa el gran éxito del Ministro Escrivá. 

Recuerden que el ministro de Inclusión, Seguridad Social y MigracionesJosé Luis Escrivá montó un autobús que iba a recorrer 40 municipios para informar y ayudar a tramitar el IMV. Dentro del autobús iban funcionarios voluntarios de la Seguridad Social que realizaban los trámites administrativos necesarios a las personas que acudían para solicitar el IMV. El ministro se sentía orgulloso del éxito de convocatoria: no olvidemos que estamos hablando de ciudadanos que han tenido que acudir a un autobús para pedir el IMV para poder sobrevivir, pero a Escrivá le daba igual, es todo un éxito y punto. 

La intención era llegar al "máximo" de hogares. Según datos del Ministerio, "uno de cada cuatro" potenciales beneficiarios del IMV aún no conocían la prestación. Y es que, si la previsión del Gobierno era que llegaría a 850.000 hogares, han pasado más de dos años y el IMV a penas ha llegado a 500.000 hogares, y encima Moncloa anuncia a bombo y platillo que se ha llegado a 523.486 hogares. ¡Toma ya! ¡Ánimo, Ministro, en otros dos años, igual alcanzas el 80% de lo que prometiste! ¡Qué gran sos, Escrivá!

Y sin despistarnos de lo importante, el ingreso mínimo vital, funciona de pena, y no deja de ser una limosna: un dinero que el Gobierno recoge de los ciudadanos que pagan impuestos y se lo ofrece a los necesitados, según el criterio del Ejecutivo... ¡a cambio de nada y se supone que para siempre jamás! El IMV supone, de paso, el vaciamiento moral de España: ¿para qué trabajar 40 horas a la semana por 950 euros al mes si puedo cobrar 1.000 sin dar ni golpe?