El mundo, no sólo el Salvador, tiembla. El gobierno del país hispano ha decidido otorgar al bitcoin poder absoluto como instrumento liquidatorio de deudas.

Ahora bien, el asunto tiene su enjundia, por cuanto las criptomonedas no tienen una referencia objetivadora, que les otorgue un valor definido y una evolución determinada de ese valor. Acabamos de vivir el quincuagésimo aniversario de la desaparición del patrón oro, o con estabilidad del dólar y ahora asistimos al nacimiento de las peor de las desestabilidades posibles: la inestabilidad matemática, el valor de las cosas decidido por un algoritmo matemático. Ya no tenemos gobierno, ahora tenemos el cupón de la Once. Además de un fenómeno especulativo, el bitcoin es un fenómeno especulativo sin referencia.

Pues bien, en el Salvador ya es moneda legal con poder liquidatorio de deudas a todos los efectos. Desde Centroamérica, la plaga amenaza a toda la humanidad.