En Enagás, la apuesta de Arturo Gonzalo (62 años) por el ruinoso transporte del hidrógeno verde no sólo está lastrando los resultados, sino también la cotización. Y es que esta última acumula una caída del 22% desde que este doctor en Ciencias Químicas se convirtió en su CEO.

Gonzalo se hizo con todo el poder ejecutivo de la compañía gestora del sistema gasista español y transportista de gas el 21 de febrero de 2022. En aquel momento, la cotización se situaba algo por encima de los 18 euros, pero actualmente está en poco más de 14 euros. Esto también se ha traducido en una menor capitalización bursátil, que actualmente se sitúa en unos 3.742 millones de euros.

Recuerden que el nombramiento de Gonzalo como CEO de Enagás formó parte del asalto del PSOE a la compañía con el que salieron la mayoría de los consejeros del PP, excepto la exministra Ana Palacio. De esta forma, el ingeniero industrial Antonio Llardén (74 años) cedió todo el poder ejecutivo a Gonzalo, pero conservó la silla de presidente, la cual ocupaba desde 2007 y que mantiene a día de hoy, pues sigue teniendo mucha influencia dentro del PSC.

Como saben, el hidrógeno renovable aún no es rentable y necesita de ayudas públicas, por lo que está viviendo un cierto reflujo desde hace meses, incluso antes de despegar. Por ejemplo, el pasado julio, Repsol canceló la planta que iba a levantar con RIC Energy en Puertollano, pero hace unas semanas dio luz verde para empezar a construir un electrolizador de 100 megavatios (MW) en su complejo industrial de Cartagena, junto a Enagás Renovable (que controlarán en un 75% y en un 25%, respectivamente). Desde Acciona, su presidente ejecutivo, José Manuel Entrecanales Domecq, subrayó que en el hidrógeno verde “los números salen difícilmente en competitividad y hacen falta regulaciones específicas para que sea competitivo”. Tampoco hay que perder de vista que José Bogas, CEO de Endesa, ha aludido en varias ocasiones al hecho de que el hidrógeno verde aún no es competitivo: en febrero de 2023, comentó que “tiene un presente incierto y un futuro prometedor, pero hoy su coste es absolutamente inviable” y el pasado noviembre, dijo que aún no es competitivo y requiere de una gran suma de subvenciones.

A pesar de todo esto, Gonzalo no sólo insiste en el hidrógeno verde sino en la ruina de su transporte a través del hidroducto H2Med y de la Red Troncal Española del Hidrógeno, eso sí, sin poner dinero y recibiendo ayudas públicas. No hay que olvidar que el hidrógeno verde hoy no es rentable y desde luego lo será mucho antes si se produce al lado de donde se va a consumir que transportándolo. Por ahora, Moeve (antes Cepsa) apuesta por ambas cosas, pero en el caso del transporte, quiere añadir nitrógeno para convertir el hidrógeno renovable en amoníaco verde y transportarlo en barco, pues este último es más barato de transportar que el gas natural licuado (GNL).

Dejando a un lado la apuesta ruinosa, Gonzalo y Llardén coinciden en un aspecto de mayor envergadura: rechazan la fusión de Enagás y Redeia, una operación que tras el famoso apagón peninsular del pasado 28 de abril podría suponer un cierto lavado de imagen y hasta un cese ‘simulado’ para la exministra Beatriz Corredor... y más cuando la orden de su amigo Pedro Sánchez es que en el seno del Gobierno y entre los nombramientos que ha efectuado no dimite nadie. Eso sí, no sería una fusión total de ambas compañías (en las que el Estado controla un 5% y un 20%, respectivamente) sino sólo de sus redes públicas de gas y luz, algo que no sería una operación sencilla.