En la empresa española hay consenso ante lo que se vecina. Por eso, algunas de ellas dedicarán a res
En la empresa española hay consenso: la nueva fase de esta crisis económica permanente viene ahora, cuando termine la estación turística, que nos ha vuelto a salvar, por el momento. El índice de producción industrial (IPI) está en caída libre, no se vende un piso, la inflación no remite, sobre todo la de los alimentos y combustibles, no acaba de remitir. El precio del petróleo asciende porque el señor Ben Salman se ha rebelado contra occidente y se ha aliado con Rusia y los BRIC, y la subida de los tipos de interés, aunque necesaria, ha ralentizado la inversión. De hecho, en toda España no se pide un crédito.
Al menos, por el momento, ese ascenso en el precio del dinero no ha servido para lo que debería servir: para que las empresas no se endeuden con cada inversión y acudan a las ampliaciones de capital, a funcionar con fondos propios. Sencillamente, han preferido reducir sus inversiones.
La economía española tras la desastrosa gestión Sánchez-Calviño durante un lustro, no soportará más impuestos, ni más subvenciones, ni más mentiras
Como sigamos así, ni tan siquiera las trampas estadísticas de doña Yolanda Díaz -más trampas que un teatro chino- podrán evitar que España no sólo sea el país con más paro de Europa y toda la OCDE sino que, además, empecemos de nuevo a reducir empleo.
Con todo, lo que realmente teme la empresa privada es la crisis del sector público. Por decirlo pronto: España está quebrada. Tras la desastrosa política económica del dúo Sánchez-Calviño, el país no soporta más impuestos, ni más subvenciones, ni más mentiras. Y ya ni puede vivir, como ha vivido, o sea de la deuda, porque el bono español ya no se coloca al 0% sino la 4%.
Y el Plan de Sánchez, si logra repetir como presidente del Gobierno, es decretar un ajuste económico duro: no tiene otro remedio. ¿Y si gana Feijóo? Lo mismo.
Lo bueno no es que la bolsa suba y lo malo que baje: lo verdaderamente preocupante es que no sabemos ni por qué sube ni por qué baja
En la empresa española hay consenso ante lo que se vecina. Por eso, algunas de ellas dedicarán a reservas parte del beneficio que este año aún se presume estupendo.
Se me olvidaba: lo de dividendar para subir en bolsa también se acabó. Estamos en la época en que lo bueno no es que la bolsa suba y lo malo que baje: lo verdaderamente preocupante es que no sabemos ni por qué sube ni por qué baja.