La dimisión que ha presentado Jens Weidmann este miércoles será efectiva el 31 de diciembre. Hasta entonces, Weidmann continuará desempeñando el cargo de presidente del Banco Central de Alemania, el principal banco central de Europa, solo por detrás (¿seguro?) del BCE. En cualquier caso, el anuncio ha pillado por sorpresa a todo el mundo, incluida la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que el ganó la carrera para suceder a Mario Draghi al frente del supervisor.

Weidmann fue reelegido en 2019 para otros ocho años al frente del Bundesbank, pero ha decidido poner fin a su mandato antes de tiempo, “por motivos personales”, el argumento más utilizado en estos casos. Y es que los motivos siempre son personales porque afectan a la persona. Además, la decisión de dimitir siempre es personal.

La salida de Weidmann coincide con la retirada de Angela Merkel de la política activa y, sobre todo, se produce en un momento económicamente comprometido, con la inflación disparada y muchos países europeos con una deuda pública desbordada como le sucede, por ejemplo, a Francia, Italia y España. Precisamente, fue Weidmann el que, en 2012, afirmó que comprar deuda española o italiana creaba adicción. Fue él quien le recordó a Draghi quien mandaba entonces -y ahora- en el BCE, esto es, quien aportaba más dinero.

“El entorno en el que operamos ha cambiado mucho y las tareas del Bundesbank han crecido. La crisis financiera, la crisis de endeudamiento soberano y, por último, la pandemia ha llevado a decisiones políticas y de política monetaria que tendrán efecto prolongado”, ha afirmado en un comunicado.

Weidmann era partidario de subir los tipos de interés para contener el alza de precios. Por eso, consideraba imprescindible para el BCE “no solo mirar a los riesgos de deflación de forma unilateral, sino no perder de vista los peligros de la inflación”. “Una política monetaria orientada a la estabilidad sólo será posible a largo plazo si el marco normativo de la unión monetaria asegura la unidad de acción y responsabilidad, si la política monetaria respeta su estrecho mandato y no es atrapada por la política presupuestaria o los mercados financieros”, ha explicado.

En resumen: prepárense para un periodo prologando de tipos de interés negativos.