Luis de Guindos (derecha), entre las exigencias de Joachim Nagel y la necesidad de evitar que la inflación siga subiendo en la eurozona
Antifragmentación sí, pero con condiciones… y exigentes. El nuevo presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, que asumió el cargo el 1 de enero, exigió el lunes al BCE que aplique condiciones a su programa antifragmentación que quiere aplicar a España e Italia para evitar que su prima de riesgo se dispare con la subida de tipos.
En realidad, Nagel no es partidario de hacer excepciones de ningún tipo, pero esa batalla la tiene perdida. Sus ‘socios’ habituales en estas lides, Bélgica y Holanda, mostraron su apoyo a Christine Lagarde cuando anunció la intención de luchar contra la fragmentación en la reunión urgente celebrada el 15 de junio.
Admitida la antifragmentación, esta debería aplicarse, según Nagel, solo en casos muy excepcionales, por tiempo limitado y con condiciones muy definidas. Aunque no concretó, sí podemos imaginar que, en el caso español, esas condiciones afectarían al gasto en pensiones -no vincularlas al IPC-, a la necesidad de retrasar la edad de jubilación y al recorte de gasto público.
Sea como fuere, Nagel se puso serio y advirtió al BCE de que el mecanismo antifragmentación no puede obstaculizar ni retrasar las medidas para atajar la escalada de los precios. Y es que en su país se ha extendido la creencia de que el BCE está más preocupado por los países endeudados que por la inflación en el resto de la eurozona y que en Alemania alcanzó el 7,6% en junio.
La actitud de Nagel pone a Guindos en una situación complicada. El vicepresidente del BCE y exministro de Economía con Rajoy siempre ha sido proalemán en política monetaria y ahora se ve en la obligación de defender las peculiaridades de España e Italia en materia de deuda pública. Antifragmentación sí, pero parece inevitable que sea con condiciones. La discusión está en cuán duras y exigentes deben ser esas condiciones que aplique el Banco Central Europeo a España.
En definitiva, el BCE tiene ante sí la complicada tarea de evitar la fragmentación al tiempo que sube los tipos para frenar la inflación. Lo que parece ineludible es que imponga recortes al Gobierno Sánchez en pensiones y gasto público. Tal vez por eso, vicepresidenta primera y ministra de la cosa económica, Nadia Calviño, cambió radicalmente su discurso triunfalista el lunes -es decir, dejó de mentir- y advirtió de que se aproximan meses “complejos”.