Novo Banco cerró 2022, el último año de su reestructuración, con un beneficio de 560,8 millones de euros, tres veces más que el de 2021, según las cuentas difundidas este jueves. Como era de esperar, tras las subidas de tipos en verano, la actividad bancaria mejoró, de tal manera que el margen financiero aumentó un 9,1%, hasta los 625,5 millones de euros, y los ingresos bancarios alcanzaron los 1.126,3 millones, un 15,9% más que en el ejercicio anterior.

Todo esto está muy bien, pero no hubiera llegado a 560 millones de beneficio sin las plusvalías de 183,6 millones registradas por la venta de la cartera de inmuebles, incluida la sede, que vendió por 112,2 millones. Por su parte, las provisiones ascendieron a 88,7 millones, un importe inferior al de 2021. Precisamente, fue 2021 el año en el que banco volvió a beneficios, pero fue después de un durísimo ajuste de plantilla y cierre de oficinas.

Novo Banco es un ejemplo de la ruina que supuso el rescate bancario en Europa. La entidad nació en 2014 tras la escisión del quebrado Banco Espirito Santo (BES), momento en el que recibió 4.900 millones de euros de dinero público para su recapitalización. Menos mal que se trataba de la parte sana del BES. Además, hasta el final de su proceso de reestructuración -febrero de 2023-, recibió otros 3.320 millones de euros de ayudas públicas.

En 2017, el fondo Lone Star se hizo con el 75% del banco (el 25% restante está en manos del Estado), y tres años después lo puso en venta, aunque no logró colocarlo. Este año, tras el fin del proceso de reestructuración, ha vuelto a intentarlo. Ya veremos si lo consigue y si hay alguien dispuesto a pagar los cerca de 2.000 millones que pide, según Vozpopuli. En 2022, Gonzalo Gortázar se desmarcó y aseguró que a Caixabank, dueño de BPI, no le interesaba.

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