Lo sucedido esta pasada semana ha sido muy significativo. Hablamos del ‘acuerdo’ entre Moncloa y la banca para facilitar el pago de la hipoteca a los más vulnerables, anunciado por Economía en primera instancia el lunes noche, ratificado en segunda ronda el martes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, pero desmentido ese mismo día por los CEO de las principales entidades, incluido Gonzalo Gortázar. Y es que, según Calviño, la primera entidad en asumir el compromiso había sido Caixabank. En ese momento, falso.

Todo esto mientras el Canal 24 Horas (RTVE) repetía una y otra vez, incansable al desaliento -martes 22- que el acuerdo era un hecho… a falta de un pequeño detalle: el sí del sector. Y las entidades no se había adherido porque no conocían los términos del acuerdo y, sobre todo, si afectaría y de qué manera a la clasificación de los créditos y su implicación en la solvencia de cada entidad, aspecto este de suma importancia para el BCE.

El problema de Caixabank es que tiene al enemigo dentro, concretamente con el 16,1%, que el FROB ampliará hasta cerca del 18% cuando concluya el programa de recompra de acciones de la entidad. Efectivamente, en lugar de aprovechar el momento para disminuir su porcentaje y devolver las ayudas públicas a Bankia, el FROB, o sea el Estado, o sea el Gobierno, lo aumenta.

Tener al Gobierno en el accionariado no es plato de buen gusto para ninguna empresa privada, y menos aún si es un gobierno en el que no se puede confiar para nada, ni siquiera para una causa aparentemente noble como es facilitar el pago de la hipoteca a los más necesitados. Nadia Calviño mintió el martes: Caixabank no había firmado nada porque no conocía el documento y, como todas las demás entidades, se lo estaba pensando. No fue hasta la tarde del jueves cuando finalmente se sumó al acuerdo y sí, fue la primera en hacerlo.

Se entienden las ganas que tiene la cúpula de Caixabank de que el Gobierno haga las maletas y se marche, pero no lo hará, al menos mientras Sánchez siga en La Moncloa. Ha mordido la presa y no la soltará. Además, tiene la coartada perfecta: esperar a que la cotización suba para maximizar la devolución del rescate… por el bien de los contribuyentes, como se pueden imaginar.

En definitiva, el Gobierno no se marchará del primer banco en España que es, a más a más, pieza clave de la Fundación La Caixa, la mayor de Europa, cuya obra social cuenta con un presupuesto anual de unos 500 millones de euros y de la que cuelga Criteria.