Según ha informado hoy el INE, la Inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumentó en mayo medio punto, hasta el 4,9%, su valor más alto desde octubre de 1995.

En tasa anual, el Índice de Precios de Consumo (IPC) subió cuatro décimas, hasta situarse en el 8,7%. Y en tasa mensual, el IPC subió un 0,8% respecto a abril.

La causa es esta salvajada de inflación (recordemos, el impuesto de los pobres) ha sido la subida de los precios de los alimentos, que marcaron su mayor incremento desde enero de 1994, con una subida interanual del 11% (la más alta en 26 años). En las subidas, destacan el pan y cereales, queso y huevos y la carne. En sentido contrario, bajaron los precios de las legumbres y hortalizas.

También, la subida de los precios de los carburantes, hasta el 14,9%, más de dos puntos por encima de la registrada en abril, mientras que los precios de la restauración provocaron que el grupo de hoteles, cafés y restaurantes elevara su tasa interanual en mayo hasta el 6,3%, cinco décimas más que en abril.

En el último año, la calefacción, el alumbrado y la distribución de agua se han encarecido un 32,1%; los aceites y grasas han elevado sus precios un 44,7%; los huevos son un 25,3% más caros; y el transporte personal cuesta un 15,3% más por el mayor coste de los carburantes. Además, muchos alimentos registran subidas de dos dígitos en sus precios, como la leche (+16,5%) y cereales (+16,3%).

El Periódico publicó una información recogida de la OCU según la cual, la inflación genera un coste anual de entre 500 y 800 euros por familia.

Recordemos que ayer, el BCE volvió a elevar sus previsiones de inflación: la institución prevé ahora que la inflación alcance el 6,8% en 2022, 3,5% en 2023 y se mantenga en 2,1% en 2024, todavía por encima de su objetivo del 2%. Mientras que en marzo, en sus últimas previsiones, el BCE contaba con una subida del 5,1% en 2022, del 2,1% en 2023 y del 1,9% en 2024, recogió Swissinfo.

Y todo esto en medio del contexto mundial de crisis alimentaria: y es que con el Covid-19 se dieron problemas en la cadena de suministro, ahora agravados con la guerra en Ucrania, que afecta a las exportaciones de trigo y de fertilizantes, incluyendo subida de precios y que repercutirá en los niveles de producción, como recogió Hispanidad.

Hace un mes, la vicepresidenta Nadia Calviño aseguró que “no hay espiral: la inflación bajará en la segunda mitad de este año”.

Es decir, que el Gobierno dice que todo va bien y que lo está haciendo de lujo. Nos toman por idiotas.