Desde hace tiempo, muchas empresas españolas se han comprometido con la sostenibilidad, la reducción de emisiones de CO2 y la neutralidad de carbono para 2050, aunque la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, lo valora solamente en algunas (por ejemplo, en Iberdrola y no en Repsol). Al mismo tiempo, no apuesta por la neutralidad tecnológica en el camino de la descarbonización, sino que sólo le gustan las placas solares, los aerogeneradores y el hidrógeno verde (que aún no es rentable), pero que no bastan para tener energía y seguridad de suministro. Por ejemplo, pasa bastante del biometano, a pesar de que supone una solución real y factible para descarbonizar, impulsar zonas rurales, así como reducir y reutilizar residuos.

Ribera debería tener más en cuenta este gas renovable y más cuando es vicepresidenta tercera, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El biometano es una tecnología madura y asequible, donde España tiene un gran potencial: 163 teravatios-hora (TWh) al año, lo que habría supuesto cubrir el 43% de la demanda de gas natural de 2021 o cerca del 45% en 2022, ahorrando hasta 4.000 millones de euros en la factura de los consumidores, según reflejó un estudio elaborado por la Asociación Española del Gas (Sedigas) junto a las consultoras PwC y Biovic, publicado hace más de catorce meses.

Los últimos datos de Sedigas apuntan a que la demanda de gas en España fue de unos 326 TWh en 2023, por lo que con un potencial de biometano de 160 TWh, se podría sustituir la mitad de la demanda gasista

Naturgy apuesta por los gases renovables (biometano e hidrógeno) desde hace tiempo, pues empezó a desarrollar proyectos para impulsarlos allá por 2014. Ahora están dentro de su estrategia para reducir las emisiones de CO2 un 27% para 2025, respecto a las de 2017, y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Su actual plan estratégico 2021-2025 recoge inversiones por 8.700 millones de euros, que podrían ascender a 13.800 millones, teniendo en cuenta oportunidades del programa de los fondos europeos Next Generation y de los que 3.000 millones se centran en gases renovables. De hecho, Naturgy quiere ser líder en biometano, donde cuenta ya con más de 60 proyectos en distintas fases de avance y dos plantas que lo inyectan en la red; y tiene más de 10 proyectos en hidrógeno. Así lo refirió su presidente y CEO, Francisco Reynés, el pasado 27 de febrero al presentar los resultados de 2023. También aludió a los últimos datos de Sedigas, que apuntan a que la demanda de gas en España fue de unos 326 TWh en 2023, por lo que con un potencial de biometano de 160 TWh, se podría sustituir la mitad de la demanda gasista.

Ese potencial es ocho veces superior al objetivo de producción de gases renovables de 20 TWh, que recoge el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para 2030; y triplica la aportación española de 50 TWh que estima la Comisión Europea dentro del potencial de biometano de 410 TWh en la Unión Europea para 2030, que se incluye en el plan REPowerEU para poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles rusos y fortalecer la autonomía estratégica, algo que se ha vuelto muy relevante desde que estalló la guerra de Ucrania el 24 de febrero de 2022. El biometano forma parte de este contexto y de las inversiones en generación renovable conforme al famoso trilema energético (sostenibilidad, seguridad de suministro y precio asequible), siendo clave para lograr los objetivos de descarbonización, facilitar una mayor independencia energética y reducir los problemas de la gestión de residuos promoviendo la economía circular; además, contribuye a atraer inversión en el sector primario y ayuda a crear empleo en zonas rurales, impulsando su desarrollo y luchando contra su despoblación.

El biometano forma parte de las inversiones en generación renovable conforme al famoso trilema energético (sostenibilidad, seguridad de suministro y precio asequible), siendo clave para lograr los objetivos de descarbonización, facilitar una mayor independencia energética y reducir los problemas de la gestión de residuos

Entre las prioridades de gestión de Naturgy para este año figura mantener el compromiso inversor en la transición energética, principalmente en España, con foco especial en la generación renovable de electricidad y el desarrollo de gases renovables. Esto último se ha podido comprobar a principios del pasado marzo, cuando se creó la nueva dirección general de gases renovables y al frente de la misma se colocó a José Luis Gil, hasta entonces director de regulación de la energética. Dentro de esto, la apuesta por el biometano es la más relevante por sus numerosas ventajas: es neutro en carbono; tiene cualidades similares al gas natural; se puede distribuir a través de la infraestructura gasista existente; contribuye a descarbonizar todos los sectores de la economía; y se puede usar en hogares, industrias, comercios y transporte. Además, se debe tener en cuenta que en España se transporta un 40% más de energía por las redes gasistas (en concreto, 350 TWh/año) que por las redes eléctricas (250 TWh/año), por lo que su descarbonización contribuye mucho más.

Los residuos agrícolas y ganaderos son las principales materias primas para producir biometano, pero también se puede hacer a partir de aguas residuales y de residuos sólidos municipales. La fabricación parte de la digestión de estos residuos orgánicos por parte de sus bacterias y tras una depuración posterior, se puede inyectar en la red gasista. Además, en el proceso se genera un digestato que se puede aprovechar como fertilizante orgánico y forma parte de la segunda vida que se da a los residuos, contribuyendo a su reducción y al impulso de la economía circular.

Naturgy impulsa la producción de biometano con más de 60 proyectos en distintas fases de desarrollo, siendo pionera en inyectarlo en la red de distribución de gas: lo hizo desde su planta situada en la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Butarque, en Madrid. Ahora cuenta con dos de las seis plantas que inyectan biometano en la red gasista española: la Unidad Mixta de Gas Renovable (La Coruña), que lo produce a partir de aguas residuales, y la planta Elena (Cerdanyola del Vallès, Barcelona), que lo hace a partir de residuos sólidos municipales procedentes de vertedero. A estas dos se sumará en los próximos meses la inyección de biometano de la planta Vila-sana (Lérida), instalada en la explotación ganadera Porgaporcs y que fabrica biometano a base de residuos agroganaderos.

Los residuos agrícolas y ganaderos son las principales materias primas para producir biometano, pero también se puede hacer a partir de aguas residuales y de residuos sólidos municipales

En la apuesta por este gas renovable, Naturgy no está sola, pues, por ejemplo, con las empresas Compost Segrià, Sitra y Servei de Gestió Ramadera, ha empezado a tramitar una nueva planta en Torrefarrera (Lérida), en una de las principales zonas generadoras de residuos agrícolas y ganaderos del país, donde se invertirán 18 millones. También próximamente empezará a construir una en Utiel (Valencia), con AEMA Servicios Energéticos, con capacidad para producir 20 GWh anuales y que entrará en operación en 2025; y prevé hacer otra en Utrera (Sevilla), junto a Kepler. Además, compra producción a terceros, como la del proyecto de Bioenergía Vallés Oriental (BioVO en Granollers (Barcelona) y la del primer proyecto de BioGNL de España para impulsar la descarbonización del transporte; e incluso impulsa con Greene un proyecto de investigación de una tecnología para obtener biometano a través de la producción de bio-gas natural sintético a partir de la valorización de residuos industriales y urbanos de complicada gestión, cuya primera fase contempla la construcción y operación de una planta piloto en Elche (Alicante).

Es relevante también el papel de su distribuidora de gas, Nedgia, que cuenta con una red de más de 57.000 kilómetros en 1.150 municipios. Ya tiene seis instalaciones de biometano conectadas (la citada planta Elena; el proyecto Biogasnalia, en Burgos; la granja Torre Santamaría, en Lérida; la EDAR de Bens, en La Coruña; y el depósito Els Hotels de Pierola, en Barcelona), a las que se sumarán 14 instalaciones más en fase de construcción o tramitación administrativa con una capacidad de inyección de 741 GWh/año. Todo ello para contribuir en la descarbonización, aprovechando una tecnología madura y asequible que no exige costosas transformaciones a los clientes.