El Banco Europeo de Inversiones (BEI) apoya la liberalización del AVE que comenzó hace un año por orden europea. Sí, el proceso que ha provocado que Renfe perdiera el monopolio de la alta velocidad y ahora se afane en su internacionalización para seguir creciendo en ingresos y recuperarse de la crisis Covid. Y es que desde hace unos meses ya enfrenta la competencia de los franceses con Ouigo y en el último trimestre de 2022 llegará la de Iryo, el AVE de la empresa italo-española Ilsa (Intermodalidad de Levante S. A.).

Claro que no hay que olvidar el ridículo de España en dicha liberalización ferroviaria, del que hay varias muestras: la primera es que el AVE low cost de Renfe (el AVLO) se estrenó más tarde que el Ouigo (propiedad del operador francés SNCF) y la segunda, y mucho más grave, que todo esto sucede mientras Francia pone resistencia a la entrada de Renfe. ¿La liberalización no era por orden europea? ¿Por qué no interviene la Unión Europea en favor de España en el país vecino?

Conviene referir que Ilsa fue fundada en abril de 2015 por socios de la aerolínea valenciana Air Nostrum y por Víctor Bañares. Actualmente, está participada en un 55% por algunos fundadores de la aerolínea valenciana Air Nostrum (en concreto, Carlos Bertomeu, presidente tanto de la aerolínea -de la que salieron los Serratosa en enero de 2019- como de Ilsa) y el 45% restante está en manos del operador público ferroviario italiano Trenitalia. En concreto, el BEI ha aprobado un proyecto de 550 millones de euros para comprar 34 modernos trenes de alta velocidad por parte de Trenitalia, propiedad de Ferrovie dello Stato Italiane. Y el primer tramo (350 millones) llegará tras la suscripción privada de un bono verde.

De estos 34 trenes, Trenitalia arrendará 20 a su filial en España (Ilsa) y los destinará a las líneas de alta velocidad españolas Madrid-Sevilla-Málaga, Madrid-Barcelona y Madrid-Valencia-Alicante. Trenitalia gestionará los 14 trenes restantes, que se utilizarán en Italia. El proyecto permitirá al grupo italiano Trenitalia modernizar su flota actual en las líneas italianas y, al mismo tiempo, aumentar su competitividad y expandirse en el sector de la alta velocidad en España (en el que quitará trozo del pastel a Renfe y tendrá que competir también con los franceses de SNCF).