Lunes, martes y miércoles. El lunes se derrumban todos los bancos en las bolsas europeas, tras la caída del Silicon Valley Bank (SVB). 'Yayoyou' Biden se apresura a tranquilizar a las masas. De una forma falaz, que obtiene un relativo éxito. Así, en la sesión bursátil del martes, la banca se recupera... para el miércoles 15 volver a derrumbarse, con un índice bancario que en el último tramo de la sesión caía en torno al 7%.

Los culpables de la nueva crisis económica no son los bancos centrales ni los banqueros: son los gobiernos y las grandes empresas apalancadas. Ya es hora de volver a funcionar con fondos propios

¿Y por qué estos altibajos? Porque aunque la izquierda se empeñe -le encanta insultar a la banca- y la derecha enmudezca, lo cierto es que no estamos ante una crisis bancaria, como fue la de 2008, sino ante algo más grave: estamos ante una crisis de deuda, sobre todo, deuda soberana, pero también deuda corporativa, producto de años de irresponsabilidad política, con todos los demagogos de Occidente (me viene a la cabeza un tal Sánchez) que se mantienen en el poder gracias a una emisión permanente de deuda pública, que era posible con tipos negativos, pero que resulta una ruina cuando el precio del dinero sube. Y de las grandes corporaciones industriales puede decirse algo muy similar: nadie trabajaba con fondos propios, sino extraordinariamente apalancados. Total, endeudarse era barato...

Y sí: los tipos debían subir. Aunque los bancos centrales deben dejar de alimentar a políticos irresponsables

Lo cual nos lleva a la siguiente conclusion: aunque es cierto que los bancos centrales nunca debieron alentar la irresponsabilidad política, nunca debieron comprar todos los bonos que ponían los políticos en el mercado, los culpables son los propios políticos y los consejos de administración de las grandes empresas multinacionales. 

No se trata de más regulación bancaria, se trata de que el accionista pierda toda su inversión, pero que no pierdan su dinero los depositantes

Y así, aunque es verdad que los banqueros especuladores fueron culpables de la crisis de 2008, ahora, al menos, los presidentes de banca doméstica como son los españoles, no tendrán culpa de la crisis que viene, aunque puedan pagarlo caro por su operativa en deuda pública. Y a pesar de ello, es cierto que la regulación bancaria debe guiarse por el siguiente principio: los accionistas y bonistas deben perderlo todo. Son inversores y asumieron un riesgo. Por contra, los depositantes no deben perder su dinero, porque no tienen su cuenta corriente para ganar dinero, sino para poder realizar sus pagos. Pero, insisto, esto no es una crisis bancaria, es una crisis de deuda. Y la crisis de deuda sólo se arregla reduciendo aquello que provoca la deuda pública, es decir, Papa-Estado que cuida de ti desde la cuna a la tumba. Dicho de otra forma, la crisis de deuda sólo tiene una solución: acabar con el Estado del Bienestar, lo cual significa reducir el gasto en sanidad pública, en pensiones y en todo lo que suene a público. ¿Esto les resulta muy duro? Probablemente, pero mejor que se pongan a ello cuanto antes, no vaya a ser que empiecen a quebrar no los bancos sino los Estados. Y eso sí que es peligroso.