Lo está haciendo a lo grande y con malos modales, 'a lo Trump', pero lo está haciendo bien. La táctica del presidente norteamericano, que ha devuelto la antropología cristiana a Occidente (aunque sólo sea con aquello de que sólo existen dos sexos: hombre y mujer) es la del jugador farolero de mus: tengo cinco y quiero diez, por tanto, exijo 100 -me echo un farol- y a grandes voces. Cuando el contrario dice que como mucho acepta 10, Donald Trump responde: ok.
Y lo triste es que los medios europeos, también los especializados, caemos como tontitos en su trampa, y hablamos de guerra comercial, recesión, miseria. Nuestros políticos hacen lo propio: Donald, eres un abusón. Y si me pones aranceles yo te responderé con otros aranceles... y esperen que no volvamos a los contingentes.
El miércoles 12, Europa respondió a Estados Unidos con los mismos aranceles que Estados Unidos a Europa. Pues miren ustedes, entones el viejo continente es más duro con la colonia gringa que al revés, porque la balanza comercial entre la UE y Estados Unidos favorece a la primera. Ergo, si Bruselas responde a Washington con la imposición de sus mismos aranceles, Donald Trump habrá conseguido, al menos paliar un poco el desequilibrio comercial, hoy favorable a los europeos.
Recuerden que, durante 2024, Europa exportó a Estados Unidos por valor de 584.000 millones de euros mientras Europa compró a Estados Unidos por 387.000 millones. Durante los 10 últimos años, las exportaciones europeas a EEUU crecieron un 44% mientras las de Estados Unidos a Europa lo hicieron en 10 puntos menos: ¿de qué se queja Europa?
Más ejemplos y más peligrosos, porque ahora pasamos de los aranceles al monopolio que es mucho peor: China responde a Estados Unidos por los aranceles de Trump al acero y al aluminio de don Xi Jinping, doblando la apuesta: un 50% de aranceles a varios productos norteamericanos.
Pero oiga, ¿es que hemos olvidado que los chinos controlan, gracias al librecambismo predicado por Occidente, más del 50% del mercado del acero y el aluminio mundiales? ¿Y nos parece mal que Trump les imponga barreras fiscales? Contingentes es lo que tenía que imponerles a estos chinos aprovechados. Y Europa lo mismo.
Europa e Hispanoamérica han olvidado que una cosa es el liberalismo y otra el librecambismo: por eso están siendo colonizadas por China
¿No nos damos cuentas de que China nos ha colonizado a Europeos e hispanoamericanos, haciendo dumping, además, con sus salarios de miseria y con sus copia fraudulentas de patentes occidentales? Deberíamos estar protestando en la calles contra Xi, no contra Donald.
Más: Canadá protesta... tras subir la luz un 25%. Oiga, Trump decidió subir los aranceles sobre el acero canadiense después de que Canadá decidiera subir un 25% la luz que le vende a Estado Unidos, por cierto, el coste es mayor en la producción de acero y aluminio. ¿De qué se queja Canadá?
Trump impone aranceles que, nos dicen, puede repercutir en un rebrote de la inflación. El sinvergüenza de Trudeau y de su sucesor, el muy monetarista Mark Carney, directamente provocan inflación en vena, subiendo los precios de la energía que Ontario vende a USA. Pero en Europa creemos que el verdugo es Donald y la víctima el venenoso Trudeau: ¡Mira que podemos llegar a ser imbéciles en Europa!
Lo cierto es que a Trump no le gustan los aranceles: sólo pretende equilibrar la históricamente desequilibrada Balanza de Pagos norteamericana. Trump recurre a los aranceles como instrumento, transitorio, para lograr ese equilibrio. China, simplemente impone su monopolio global con todo Occidente también Europa, como víctima propiciatoria.
Y no olvidemos que los aranceles pueden provocar una subida transitoria de la inflación pero el monopolio y el oligopolio, ambos injustos de suyo, atentan contra la igualdad de oportunidades. Y eso sí que es importante.
Por eso, Trump trata de detener el librecambismo, al doctrina indiscutible desde hace 50 años, que provoca muchas injusticias y de la que se aprovechan China, y otras zonas del mundo para vender en Estados Unidos que, por cierto, es el país con menos aranceles del mundo.
Trump dice que roban a Estados Unidos. Robar no, pero algo, o bastante, sí que nos aprovechamos.
El bueno, el malo y el tonto. A pesar de los que escuchamos en la tele, aquí el bueno es Trump, el malo es Jinping y el tonto es... Europa e Iberoamérica, que en lugar de librar luchas contra el Oriente nos enfrentamos entre Occidentales.
Lo que está en juego es que librecambismo nos ha llevado a lo peor: a los monopolios, como poco a los oligopolios, globales. Si la autarquía puede provocar recesión -¿A que no?- el monopolio resulta el mayor atentado contra la igualdad de oportunidades y eso sí que es grave
Tampoco conviene confundir librecambismo con liberalismo, aunque tengan la misma raíz. Librecambismo no es más que mercado abierto, que suena bien pero que sólo ha servido, en esta globalización asimétrica, carente de unas mismas condiciones laborales y fiscales y con unos gobiernos europeos derrochadores, que se mantienen en el poder a costa de aumentar el gasto público... para que China y otros emergentes colonicen Occidente, amenazando con no respetar la libertad individual, bajo la fórmula pekinesa de un país dos sistemas: comunismo político y capitalismo económico. No olviden que el liberalismo no consiste en empresas y mercados sin cortapisas. Eso es burdo capitalismo. Liberalismo es respeto la propiedad privada, sobre todo a la propiedad privada pequeña... que es la que destroza el imperialismo chino, no el norteamericano.
Es decir, que el bueno es Donald Trump y el malo Xi Jinping. Para Ursula von der Leyen y demás lideres europeos queda el papel de idiotas, aliados con el malo frente al bueno.
Por cierto, los aranceles de Trump generan un natural regreso a la autarquía (tranquilos teóricos del librecambismo) será transitoria... pero que constituye una oportunidad de oro para volver a fabricar nosotros lo que nosotros necesitamos. Es decir, para reíndustrialziar España e Hispanoamérica. Pero para eso hay que ponerse manos a la obra y dejar de poner a Trump como no digan dueñas, como el arquetipo de todos los males. Que para un europeo es algo parecido a orinar hacia arriba.