Comienza la sesión de investidura de Pedro Sánchez. En un discurso que dura dos horas, expone los aspectos principales que marcarían la próxima legislatura, si es que dejan que sea presidente. Ahora bien, a falta de concreciones, el discurso ha desembocado en un posterior mar de dudas. 

Empieza Sánchez por la situación laboral y el sistema de pensiones. Le preocupan la temporalidad de los contratos y el "alto grado de desempleo de larga duración"... y ya está. Recuerda la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 900 euros y anuncia que, para final de legislatura, el objetivo es que el SMI equivalga al 60% del salario medio, que hoy serían 1.128 euros brutos mensuales. Ahora bien, deja de lado si aplicará también -lo hizo con la subida a 900 euros- un incremento de las cuotas sociales, que han desembocado en más economía sumergida. Por cierto, se buscarán "nuevas formas de financiación para pagar el sistema de pensiones"... ¿con más impuestos? No sabe, no concreta.

Paréntesis para hablar de educación. Hay que fortalecer la enseñanza pública y universalizar la escolarización de 0 a 18 años. Asimismo, hay que abrir frentes y crear nuevas titulaciones. Aprovecha el presidente para tocarle la fibra sensible a toda España: comparte orgulloso que hace poco leyó una noticia sobre el joven que mayor nota ha conseguido en Selectividad este año, pues pudiendo cursar cualquier grado, el chico quiere ser actor. 

Buscarán "nuevas formas de financiación para pagar el sistema de pensiones"... ¿con más impuestos? No sabe, no concreta

Propone "convertir a España en el primer país europeo que reconozca el derecho a la educación a lo largo de toda la vida". Y es que ahora tanto libertades como deseos pasan a convertirse en derechos, cortesía de la izquierda. Comenta que impulsarán cursos con horarios flexibles para que los trabajadores puedan estudiar, pero nada sobre quién y cómo los financiará; todo sea por el "derecho a la educación permanente". De nuevo, hace saber al pueblo que leyó otra noticia... "¿otra?", se oye de fondo. "Sí, señorías", contestaba el presidente, muy puesto en la actualidad informativa (la historia era la de un anciano que tuvo que dejar sus estudios y recientemente se graduó de la ESO, por su puesto, también conmovió al presidente).

La revolución digital y las tecnologías están cambiando el mundo... y España no puede quedarse atrás. Por ello, creará 80 cursos de Formación Profesional para que -en especial los jóvenes- estudien Big Data, informática, etc. Y como de ser los primeros en todo va la cosa, en sanidad se incorporarán “nuevos elementos de inteligencia artificial". 

Otro punto es el de la emergencia climática. Se marca un von der Leyen y sentencia unirse a la propuesta de la alemana sobre las emisiones de CO2 para 2050. Y ojo, porque "nadie va a parar Madrid Central". Carmena ministra, ya. Confirma su compromiso con la causa feminista y condena fantasías como brecha salarial y el techo de cristal, mientras alega que "modificaremos la tipificacion de los delitos sexuales porque una violación es una violación". Además, hace alusión al incremento a los delitos de odio, en la práctica centrados en el lobby LGTBI.

Por cierto, se cuelga la medalla de la democracia y compara este año que ha gobernado su partido con 1975: "En el 75 no había libertades ni derechos civiles", la mujeres estaban "sometidas a los hombres, incluso legalmente" y "Europa nos cerraba sus puertas", pero con él eso ya no pasa, recuerda. Para terminar este bloque, defiende la Memoria Histórica que pretende la reparación de las víctimas de la Guerra Civil... damos por hecho que como víctimas también se entienden a las Mártires Concepcionistas, Francisco Castelló, los más de 4.000 sacerdotes seculares y 13 obispos o todos los católicos que sufrieron el terror de Luis Companys, entre otros. 

Nada sobre Cataluña y nada sobre Podemos.