Pues casi vamos cerrando ya las presentaciones de los resultados del tercer trimestre y ahora acude al regulador la eléctrica Endesa. La empresa que tiene a José Bogas como CEO y que tantas líneas de gloria nos está dando a la prensa salmón no sumisa por su obsesión del “todo vale por el dividendo”. Las cuentas llegan en un momento muy difícil para la economía productiva y por tanto de rebote directo a las empresas energéticas, que en la relación producción industrial consumo energético, tienen en esta situación mucho que perder.

La compañía, al igual que el resto del sector, se encuentra plenamente inmersa en los planes de descarbonización. Endesa es históricamente la más contaminante en esta producción y está necesitando de nuevas y fuertes inversiones, lo que colisiona con su política de remuneración al accionista, ya saben, sobre todo, al principal, que es la energética italiana Enel (70%), ávida por recuperar su inversión.

Efectivamente la situación sanitaria ha dado un buen “hachazo a las ventas”, que en los nueve meses registran 12.959 millones de euros (M€) en ingresos, 1.846M€ menos que en 2019 (-12,5%), con un descenso en la demanda del 13,8% y 125M€ más en otros ingresos. Estos últimos en gran parte como consecuencia de los resultados de las variaciones en derivados de materias energéticas. Un descenso en el 6,1% de la demanda eléctrica en la península, de un 21,3% en Baleares y de un 10,1% en Canarias parece una justificación suficiente.

La situación sanitaria ha dado un buen “hachazo a las ventas”, que en los nueve meses registran 12.959 millones de euros (M€) en ingresos, 1.846M€ menos que en 2019 (-12,5%)

La producción también desciende en el periodo en un 9,5%. La venta de electricidad desciende un 14,7%, un 18,7% la de gas y un 4,2% en distribución de electricidad. Como consecuencia, los aprovisionamientos y servicios descienden un 17,8%, 1.853M€ menos que en septiembre de 2019. Las compras de energía (-895M€) y el consumo de combustibles (-511M€) son las principales causas de este descenso. El margen de contribución queda en 4.397M€, un 0,2% superior al de 2019.

A partir de aquí, la cuenta de resultados se convierte en un monotema en torno a los costes de reestructuraciones. En los gastos de personal, 516M€, 243M€ menos que en 2019, debido las provisiones contabilizadas el pasado ejercicio por el plan de descarbonización, 21M€ para los ajustes de personal y el resto como consecuencia de los compromisos suscritos en el difícil parto del convenio colectivo en el que se incluye una importante reestructuración de plantilla. Por cierto, el sindicato CCOO ha recurrido estos acuerdos que firmó sólo UGT. Otros gastos fijos de explotación crecen sólo un 0,9% y los trabajos para el grupo en un 2,4%, por lo que el resultado bruto, 3.136M€ crece también en 238M€ un 8,2 porcentual.

La partida estrella es la de amortizaciones y pérdidas por deterioros, que se sitúa en 1.104M€, 1.459 menos que en el año pasado, cuando recogió 1.356M€ por deterioros de las centrales de ciclo de carbón y el resto por compromisos recogidos en el convenio

La partida estrella es la de amortizaciones y pérdidas por deterioros, que se sitúa en 1.104M€, 1.459 menos que en el año pasado, cuando recogió 1.356M€ por deterioros de las centrales de ciclo de carbón y el resto por compromisos recogidos en el convenio. Con esto, el resultado de explotación es de 2.032M€, que son 1.697M€ más que en 2019.

El resultado financiero es de -82M€, con un gasto financiero de 114M€, 49M€ inferior al de 2019 y continúa registrando las consecuencias de una deuda financiera bruta que también continúa creciendo, a pesar de que los costes desciendan. La deuda en estos nueve meses se sitúa en 7.684M€, mientras que en 2019 en esta fecha era de 6.607M€, 1.077M€ más y que mucho me temo que seguirá creciendo. Y la deuda financiera neta ha pasado en un año de 6.377M€ a 7.407M€, y el apalancamiento ya es del 86,79%. Por su parte, la liquidez se limita a 270M€, un 21,1% más que en 2019, con una generación de efectivo y medios líquidos de 47M€ en los primeros nueve meses, que en los del 2019 fue de 193M€.

El resultado neto atribuido, lo he dejado para el final pues parece que para la compañía sólo sirva para determinar el importe de los dividendos que pagará a su accionista principal y ha sido de 1.511M€, 1.335M€ más que en 2019.

Parece evidente que con la generación de efectivo que está consiguiendo la deuda está destinada a un ejercicio de un crecimiento importante.