• El cliente y el negocio son lo primero: mejor fuera de Cataluña que dentro.
  • Pero no todo es positivo: crecen los gastos y empeora la eficiencia.
La nueva campaña publicitaria de CaixaBank ha supuesto una estrategia clara para desvincular su actividad económica de los azarosos meses finales de 2017. Aquellas fechas duras en la Cataluña de Puigdemont, cuando parecía que su actividad iba a quedarse atada a un pequeño territorio dentro del espacio único que ofrece Europa. Dejar claro por parte de una entidad financiera que estar dentro del "imperio" siempre es mejor que estar fuera, es recordar las lecciones aprendidas por los bárbaros de que, probablemente, en la libertad soñada hace mucho frío y que al fin y al cabo los romanos inventaron los acueductos, las leyes, los juegos y la paz social. Y esto lo hace presentando sus resultados 2017 en Valencia, desde la histórica sede del Banco de Valencia (en la imagen) en el centro de la ciudad, donde ha establecido su domicilio social, y de manera más importante, el fiscal, lejos de las marejadas del noreste, por encima del Ebro. Bien hace Gonzalo Gortázar, el Ceo de Caixabank, en reconocer que la sede social no tiene plazo de vigencia y que, en el fondo, han venido para quedarse, descartando que la entidad pudiera volver a Cataluña, a la Catalunya soñada de lazos amarillos. Los clientes han entendido bastante bien esta decisión unánime del Consejo y no es ahora momento de marear al pasaje. Todo ello como antesala para reconocer que CaixaBank registró unas ganancias record de 1.684 millones de euros a lo largo del año 2017, un 61% más que en el ejercicio anterior. Se trata de unas cifras apoyadas en la incorporación de los resultados del banco luso BPI que aporta 176 millones de euros al beneficio anual, 10 millones de beneficio aportado y 166 millones derivados de los ajustes de consolidación. En España estas ganancias fueron de 1.508 millones, un 44,1% más, lo que revela un comportamiento excepcional en un escenario económico que, poco a poco, empieza a pintar en verde, en los brotes soñados de antaño. Estas cifras se apoyan en un incremento de los ingresos del 5,1%, hasta los 8.222 millones de euros, de los que BPI aporta 770 millones. Esta aportación, en la parte portuguesa de la península Ibérica, contrarresta la caída del 4,8% del margen bruto de la entidad financiera en España, lo que supone un indicio del buen comportamiento de la actividad económica más allá de Extremadura. El incremento total de los ingresos se apoya en el negocio típico, que representa cifras próximas al 96%, en la parte superior de la cuenta de resultados, en el que el margen de intereses, comisiones y negocio asegurador son los verdaderos protagonistas. Compensan sus cifras la caída de ingresos por dividendos, una evidente menor contribución de las participadas y de la actividad por operaciones financieras (-66,7%)… que ya era hora. La tasa de impagos ve reducido su importe, con una reducción del 6,9% al 6% a lo largo del ejercicio 2017, con una mayor cobertura del 50%, frente al 47% del año anterior (2016). De hecho los saldos dudosos quedan fijados en 14.305 millones en el grupo, de los cuales 13.086 corresponden a CaixaBank, 1.668 millones menos que en 2017. Estos datos derivan en una mejora de la rentabilidad de la entidad. Su ROE aumenta del 4,5% al 6,9%; el rendimiento sobre el capital tangible mejora de manera similar hasta el 8,4%, cerca del objetivo de mantener el mismo entre el 9% y el 11%. No obstante, no todo pinta verde. Los gastos recurrentes crecen un 11,8% -hasta los 4.467 millones- y los resultados extraordinarios se reducen en un 8,7%, lo que deriva en un empeoramiento de la eficiencia de la entidad. Asimismo, los deterioros en resultados sufren un aumento significativo del 154%, consecuencia del nuevo marco normativo establecido por el Banco de España, por la presencia de una pérdida esperada como criterio prudencial en el reconocimiento del valor recuperable de los activos de la entidad. Sin el efecto de tal cambio normativo la partida habría visto reducida sus cifras en un 19,3%, toda una evidencia del efecto de cambios de criterios contables. Además, la cuenta de resultados es reflejo de los esfuerzos del banco de ajustar su actividad, recogiendo cargos extras de 455 millones de su plan de ajuste. Los recursos de los clientes, en el lado del balance, han quedado establecidos en 349.458 millones, un incremento del 15% consecuencia de la incorporación de BPI y de sus 34.963 millones. En el caso de la captación de recursos por parte de CaixaBank el incremento ha sido sólo del 3,5%, con una tendencia plana en el último trimestre (-0,2%), lo cual puede tener una doble lectura. A efectos de solvencia el capital de máxima calidad se reduce del 12,4% al 11,7%, consecuencia de la incorporación de BPI, si bien queda dentro de los márgenes fijados por la entidad en su plan estratégico. Con estas cifras, bien hace la entidad financiera en reconocer su compromiso con el mercado español, en reconocer que la participación como consejero dominical en Telefónica por parte de Jordi Gual no es sólo una anécdota. Es una evidencia de que la entidad financiera es la primera entidad en España con el 26,7% de cuota de penetración y la primera entidad en nóminas domiciliadas, con una cuota del 26,3%. Y es que en el fondo el imperio, por dentro, gusta tanto como por fuera. Sobre todo cuando te das cuenta de que perder 1.400 millones en fondos de inversión en los tres últimos meses de 2017 da mucho. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com