• Pugna en Moncloa por el protagonismo en la gestión de la tragedia aérea.
  • Rajoy negó a Soraya la coordinación de la crisis. Con lo bien que lo hizo en el Ébola.
  • Pero lo cierto es que no se atrevió a mandarla al Ayuntamiento de Madrid.
  • Al mismo tiempo, el duopolio televisivo vuelve a entronizar a la vicepresidenta como jefa de la derecha española. Y ella se deja querer.
  • En Moncloa siguen sin entender por qué los éxitos económicos no se convierten en votos.
  • Según Rajoy porque el Partido no sabe explicar sus éxitos; según Soraya, por la corrupción… de la que ella está limpia.

Cuando se habla de una tragedia a la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen junto a Rajoy), le cambia la voz. El timbre militar que le es propio se convierte en un susurro. Supongo que por respeto a las víctimas. En el accidente aéreo de los Alpes han muerto 150 personas.

Pero lo cierto es que los dos personajes que gobiernan España, el presidente Mariano Rajoy y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, han hecho el ridículo a cuatro manos por la obsesión de ambos de protagonizar la reacción del Gobierno frente a la tragedia.

A pesar de lo bien que lo había hecho Soraya con el gabinete de crisis del ébola, el presidente le ha quitado protagonismo. Presidió el primer Gabinete de crisis y en cuanto vio que Soraya aparecía en la tele se hizo cargo de la respuesta política. Además, prefirió que fuera Ana Pastor quien viajara a Francia en un primer momento.

Pero, en el entretanto, la 'Vice' no ha perdido ripio. Así, aprovechó su punto fuerte, la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, para revivir como coordinadora de la política del Gobierno ante desastres varios. Además, ya desde el lunes, hizo que fuera su protegido, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, un prodigio de retórica, un maestro de la empatía, tomó el relevo como portavoz ante la tragedia. Mejor que no lo hubiera hecho.

Y esta pugna de celotipias entre los dos mandatarios coincide con imágenes que se van forjando tras las elecciones andaluzas. Por ejemplo, la de un Rajoy gafe, que apoya al candidato andaluz y lo estrella, y la de una Soraya que se pone de canto en cuanto surge un tema espinoso, y que se pone de frente en cuanto hay una cámara de televisión.

Porque esa es otra: el mayor cabreo de Rajoy con Soraya sigue siendo el mismo por el que se empezó a mosquear dos años atrás y a dudar de la lealtad de su número dos: el duopolio televisivo Mediaset-Atresmedia. Ya saben: La Sexta y Cuatro se han especializado en golpear a Rajoy pero con un respeto litúrgico a Soraya Sáenz de Santamaría a la que consideran el relevo natural de un Rajoy agotado. Y ella se deja querer por la teles.

Y luego está la otra división. La gran pregunta en Moncloa es por qué los éxitos económicos no se concretan en votos. La respuesta es doble: Rajoy, porque considera que el partido no sabe explicar a la sociedad los éxitos económicos de su Gobierno. Bueno, de acuerdo, lo que él considera éxitos. Soraya aporta otra interpretación: por la corrupción, de la que sólo está libre ella y los suyos.

Hay una tercera explicación: que los éxitos económicos no son tan éxitos, pero esa es una postura en la que coinciden de pleno tanto Rajoy como Soraya: creen que es falsa.

En cualquier caso, la tragedia aérea ha demostrado el ridículo de la pareja más poderosa de España: el califa y el visir que quiere ser califa en lugar del califa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com