• Es el pacto de Sáenz de Santamaría con la empresa para mantener la línea editorial.
  • Javier Monzón no aceptó la dualidad entre gestión y contenidos, que salpica en los resultados.
  • Caos en los accionistas: Telefónica, Santander o Caixabank no actúan, esperan a que les digan cómo actuar.
  • Alierta no abandonado el partido. Es más: espera a la junta del 15 de noviembre.
La última y polémica reunión del Consejo de Administración de Prisa (viernes, 13) acabó como el rosario de la aurora que se dice: estaba claro a dónde había que llegar (la necesaria ampliación de capital) pero no cómo llegar. El guión marcado se vino abajo, como ya informamos, con la renuncia de Javier Monzón para presidir el grupo, pero claro, con Juan Luis Cebrián (en la imagen) a su lado (sin perder poderes ejecutivos), lo cual, a la postre, dejó en el aire la sucesión de Janli. El impasse para ese relevo sigue, entre otras cosas (no de mero trámite) por la orden de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para que se preserve la línea editorial del grupo, lo que convierte a Cebrián, ¡qué cosas!, en pieza esencial. El acuerdo de la vice con la empresa en ese sentido es claro: Cebrián no debe desaparecer de escena, como él mismo se planeaba (irse, cobrando el finiquito -unos siete millones de euros- y seguir como asesor), sino permanecer y con un cargo importante y, desde ese puesto, seguir mandando en los contenidos de El País o la cadena Ser. Dicho de otro modo: preservar las esencias de los medios más influentes de la principal cabecera en prensa y de la emisora más escuchada a favor de la Constitución y los cauces legales puestos en cuestión por el procés catalán. En la derecha no hay problemas, pero El País y la Ser son claves para que la izquierda no se desmelene con la cuestión territorial. En suma, en el grupo sigue colgado el papel de "Se busca presidente", pero ese futuro presidente tendrá apechugar -cosa a la que Javier Monzón se negó- con que los equipos directivos editoriales dependan de Cebrian. Léase, por ejemplo, el director de El País. Las opciones para Cebrián son su continuidad en el grupo como editor del grupo (el tercero en el escalafón) o como presidente chairman, según se tome como referencia The Washington Post por la familia Graham (aunque ésta era propietaria) o el modelo alemán. Esa dualidad entre gestión y contenidos está presente en más medios informativos y provoca, precisamente, no pocos problemas, sobre todo cuando el equipo gestor echa el freno en los gastos y el equipo editor exige que para defender el producto hace falta más dinero. Dicho de modo rápido: puede ser un lastre en los resultados. La cotización en bolsa de Prisa, por cierto, sigue sacudida bolsa por las dos ampliaciones de capital (450 millones), a las que no acuden, de momento, todos los accionistas, sino algo menos de la mitad (el 48,8%, en concreto, según el comunicado de Prisa, ayer lunes, a la CNMV). Eso es un lastre, sin duda, porque el valor de las ampliaciones será casi el doble de la capitalización bursátil de Prisa (258 millones de euros). Es curioso observar, en este sentido, la desorientación que cunde entre accionistas importantes, Telefónica (13%), Santander (4,2%) o Caixabank (3,8%), que esperan para decidir al mensaje que les llegue. Es normal, teniendo en cuenta que ya tenían un candidato para presidir el grupo, Javier Monzón -el mismo que propuso el Rey emérito, Juan Carlos I-, llevan unos años hartitos de la gestión de Cebrián, que ha hundido el grupo, y les cuesta lo suyo repensar el futuro, ahora, con la sombra alargada de Cebrián. Un apéndice final: César Alierta, que tenía sus planes para resolver el saneamiento del grupo -de ahí su protagonismo en el último ataque para sacar a Cebrián- no se ha rendido ni da por terminado el partido. Es más, espera a la Junta Extraordinaria para rendir cuentas. Rafael Esparza