• Ahora sí puede caer Janli, antes del 31 de diciembre, aunque tiene el apoyo de la vicepresidenta Soraya por la crisis catalana.
  • Alierta  renuncia a la presidencia de PRISA pero está creando un equipo gestor y editorial en el que destaca Manuel Pizarro.
  • Sabe que Janli necesita imperiosamente 400 millones para afrontar los vencimientos de deuda de 2018.
  • Aun así, Cebrián intenta a la desesperada vender la editorial Santillana y evitar la ampliación de capital.
PRISA tiene un grave problema de liquidez que afecta de lleno al otro gran problema, el de la deuda y los próximos vencimientos, en cascada durante 2018. Pues bien, a partir de ahí todo es guerra, con distintos frentes y dos protagonistas: César Alierta y Juan Luis Cebrián (en la imagen). El primero, Alierta, prepara el ataque final contra el segundo, Janli, al tiempo que el primero plantea una ampliación de capital del 200 millones en Prisa, y el segundo busca por otra vía 400 millones (como mínimo) para resolver el entuerto. Todo se puede precipitar, según se mire y si se cumplen los planes del uno contra el otro  antes del 31 de diciembre, dependiendo del momento en que se apruebe la ampliación de capital. La operación, en cualquier caso, es una necesidad tras el fracaso en la venta de la editorial Santillana al precio que le gustaría a Prisa, por 2.000 millones de euros. Con ese precio y a ese dinero, no sólo se hubiera salvado el desequilibrio patrimonial de la editora de El País, sino que se hubiera el problema para repagar la deuda financiera del grupo, 1.546 millones hasta junio, y de ellos, 956 millones en manos de hedge funds. Son precisamente los que Prisa tiene que amortizar antes de un año. La misma razón, el apalancamiento, es lo que enfiló a Cebrián a llegar a un acuerdo, en junio, para vender la portuguesa Media Capital a la operadora americana Altice. La operación, no obstante -de la depende un ingreso para Prisa de 440 millones de euros- ha chocado con las reticencias de la autoridad portuguesas de Competencia. Alierta intenta ahora el ataque final contra Cebrián, consciente de que Prisa necesita imperiosamente al menos 400 millones para salir del atolladero en el que se encuentra. Su aspiración, hasta ahora, era presidir el grupo, pero ha renunciado a esa opción para facilitar un acuerdo, y ese acuerdo pasaría, en cualquier caso, por la salida de Cebrián. Ahora bien, en paralelo, Alierta está creando un equipo editorial y de gestión, en el que destaca Manuel Pizarro, que se incorporó hace unos meses al grupo Henneo (antiguo grupo de Heraldo de Aragón y hoy propietario de parte de Heraldo de Aragón, así como del gratuito 20 Minutos y el digital Lainformación.com), el mismo con el que Alierta -uno de sus accionistas- intentó el primer asalto al grupo Prisa -mediante la compra a Telefónica del 13% en la editora de El País- operación que chocó con Moncloa. Dicho de un modo rápido: Janli encontró el apoyo Soraya Saénz de Santamaría, la vice del Gobierno, porque no era un buen momento para la salida de Juan Luis Cebrián por las circunstancias críticas creadas en Cataluña por el procés soberanista. Tampoco el Rey emérito, Juan Carlos I, veía con buenos ojos esa opción, teniendo en cuenta el liderazgo de El País en prensa-papel. La jugada de Alierta, antes y ahora, es a través de Amber Capital, que lidera el armenio Joseph Oughourlian, pero detrás del cual está Alierta. Al menos detrás de la participación de Amber en PRISA, donde ya controla el 19,29% del grupo. Es el fondo que ha propuesto la ampliación de capital, con el objetivo de aumentar los fondos propios y contener a los acreedores bancarios (HSBC, Santander y Caixabank), convertidos en accionistas por obligación, como Telefónica. En participaciones, 9,5%, 4,2%, 3,8% y 13%, respectivamente. Ninguno de los accionistas bancarios y Telefónica quiere acudir a esa ampliación, lo que daría más peso a Amber, que la ha propuesto, al tiempo que diluiría la del que no acuda. Ocasión de oro para Alierta y el grupo Henneo. A los herederos de Jesús Polanco, con un 17,53%, no les hace gracia que se diluya su parte, al tiempo que tampoco querían vender a cualquier precio Santillana. Se unirían, por tanto, al barco Alierta en contra de su escudero, Cebrián, un desastre en la gestión. Alierta espera, además, a comprar el 13% en manos de Telefónica, pero su presidente, Álvarez Pallete, espera el visto bueno de Moncloa. Depende de que se desinfle el procés catalán. Cuando Moncloa de el visto bueno, Pallete se lo venderá con mucho gusto. Aun así, Cebrián lo intenta todo, a la desesperada para encontrar una salida para la venta de Santillana y evitar la ampliación de capital. Pero sus días están contados si no lo consigue. Rafael Esparza