Caso Banco Popular. Ha sido una semana de importantes comparecencias ante el juez José Luis Calama, de la Audiencia Nacional que, uno diría, ya se debe estar haciendo una idea de lo que ocurrió. Y la semana que viene el premio gordo: Antonio del Valle, el mexicano que precipitó los acontecimientos, que no se sabe si como consejero jugó a favor o en contra de la entidad… porque quería hacerse con el Popular a bajo precio.

El juez Calama, ya se está haciendo una idea bastante clara de lo que ocurrió durante los últimos ocho meses de existencia del Banco Popular antes de su intervención por la JUR, pues esta semana ha habido distintos testimonios pero, a destacar, el de Reyes Calderón, la mujer que precipitó la salida de Ángel Ron y la entrada de Emilio Saracho, quien, tras su desastrosa y equívoca gestión, llevó a la entidad a la tragedia, una tragedia bien aprovechada por Europa para ensayar en España, con fuego real, la liquidación de una entidad. Por cierto, el ensayo terminó en fracaso.

Dos cuestiones mayores en la declaración de Reyes Calderón. En un momento dado, José Luis Calama le pregunta lo siguiente: ¿usted tenía un mandato del Consejo para cambiar a Ángel Ron?

La ‘consejera del cable pelao’, como le llamaba Emilio Saracho, aseguró que el mandato se le otorgó en una comida post-consejo. Para entendernos, que en un buffet se encarga a una consejera que busque un nuevo presidente para el banco. ¡Ole y ole!

Y lo buscó, y deprisa, de la mano de Antonio del Valle, el hombre que sufrió una investigación por -presuntamente- jugar contra su propia entidad con posiciones bajas y el hombre cuyo único objetivo consistía en hacerse con el Popular a precio de saldo.

Es más, Calderón se gastó un pico contratando a Spencer Stuart para ello. Al final, hablaron con varios candidatos. El primero, José Ignacio Goirigolzarri, lo cual resulta curioso porque presidía un banco de la competencia. El vasco les mandó a paseo, igual que lo hizo el segundo consultado, Manuel Pizarro, con quien Antonio del Valle se enfadó mucho, porque le preguntó si buscaba un presidente para el Popular o echar al presidente del Popular, que no es lo mismo.

La operación de venta a bajo precio del Popular de Saracho hubiese provocado pérdidas para los pequeños accionistas y una ganancia para el gran comprador

En cualquier caso, ya antes, el 28 de septiembre de 2016, Antonio del Valle lanza su órdago: le dice a Ron que si no cesa a al secretario del Consejo, Aparicio Valls sale del Consejo. Ron se niega y Del Valle ejecuta su amenaza… sólo que deja a su primo en su sustitución. Reyes Calderón le acoge entusiasmada.

Por último, dieron con Saracho pero, lo más curioso, es que, aunque Reyes Calderón asegura que vino allí para gestionar, Saracho llegó para vender. Es más, lo que está quedando claro en este juicio era lo que algunos sospechaban… y el juez Calama parece que también. Saracho, Antonio del valle y Reyes Calderón son sospechosos de filtrar a la prensa, sobre todo a El Confidencial y a Expansión, noticias negativas sobre la propia entidad, precipitando su caída.

También noticias falsas. Por ejemplo, El Confidencial aseguró que el Banco de España (BdE) no aceptaba el plan Sunrise de salida a bolsa de activos inmobiliarios, vital para el Popular: Pues bien, el propio BdE tuvo que desmentirlo. Se asigna a Antonio del Valle que Expansión asegura que el Consejo busca la destitución de Ron cuando mantenía la mayoría de Consejo y de las acciones.

Pero volvamos al plan Saracho: ¿en qué consistía? Porque no se entiende que un banquero minusvalore su banco sin una razón. Pues muy sencillo: lo que pretendía Saracho era vender el Popular, un banco con unas plusvalías ocultas, que aflorarían (como de hecho afloraron tras su entrega al Santander por un euro) cuando se liberara del corsé del Santander. Un banco que valía 1.300 millones de euros en bolsa pero que, según el informe de los peritos del Banco de España, contaba con un patrimonio por 11.000 millones de euros. Se trataba de venderlo rápido y a bajo precio… lo que significaría una pérdida para el pequeño accionista y una ganancia para el gran comprador. Este es el secreto.

¿Qué ocurrió? Pues que a Saracho le salió mal la jugada. En banca la imagen crea la realidad y cuando tú, presidente, pones en solfa a tu propio banco surge la desconfianza y la retirada de liquidez y, sobre todo, surge una señora llamada Elke König, en Europa, necesitada de ensayar la liquidación de entidades en dificultades -asignatura pendiente de la unión bancaria europea- y aprovecha la división de ‘los españolos’, tanto en el seno del banco como entre el banco y el Gobierno, para entrar como elefante en cacharrería.

Un día antes de la intervención, Saracho amenazó al ministro Luis de Guindos con quebrar el Popular si no le otorgaba liquidez

Además, Luis de Guindos, entonces ministro de Economía, ordena retirar del Popular el dinero de toda la administración pública, lo que agudiza el problema de liquidez Saracho había caído en su propia trampa. Entre la guerra civil de Antonio del Valle y su aliada, Reyes Calderón y el intento de Saracho de vender y no gestionar (“No tengo ni puta idea de cómo se gestiona este puto banco”) mantuvo una conversación telefónica con el ministro de Economía, Luis de Guindos, exigiendo liquidez para el Popular y con una amenaza que resonó en todo el edificio Beatriz:

-O me das liquidez o te quiebro esto.

A lo que Guindos respondió:

-Yo no me juego mi prestigio político por ti.  

Aunque en esta ocasión, sólo en esta, Saracho tenía razón: ¿qué hace un gobierno retirando la liquidez a un banco sobre el que existen rumores de falta de liquidez? Insisto en la imagen y la realidad: eso más que salvar un banco es hundirlo, señor Guindos.

En cualquier caso, en la Audiencia Nacional se deja ver la guerra civil vivida en el seno del Popular pero la expropiación, con nocturnidad y alevosía, del banco por parte de la JUR de Elke König, eso se ventila en Europa, en el Tribunal de Justicia de la UE, en Luxemburgo.

Aquello influirá sobre esto y la Audiencia Nacional sobre el TJUE, ciertamente, pero se trata de dos cosas distintas.