Es el país más poblado del mundo y acaba de decretar el confinamiento hogareño (o sea, arresto domiciliario) de sus casi 1.350 millones de habitantes. Hablo de la India, naturalmente, el mismo lugar donde se ha desatado una nueva persecución contra los cristianos, persecución de raíz panteísta, desde el poder hinduista, como corresponde al Gobierno del tenebroso y venenoso primer ministro, Narendra Modi.

El panteísmo, todo es dios, ergo no existe un dios personal es, ante todo una religión, una filosofía inclemente. No entiende de misericordia porque el ser humano no es sino una excrecencia de la naturaleza y la reencarnación demuestra que no vale mucho más que la cucaracha.

Un tercio de la humanidad se encuentra bajo arresto domiciliario. En una sociedad panteísta resulta más sencillo: el individuo vale poco

Por supuesto, la persona no es hijo de Dios -¡qué tontería!-. Es un elemento más de la naturaleza. Un sujeto así ni es libre ni tiene derechos. En cualquier caso, en el panteísmo no hay sitio para la misericordia.

El símbolo del cristiano es la cruz, abierta a los cuatro puntos cardinales. El signo del panteísmo es el círculo que se cierra sobre sí mismo, sin principio ni fin. Es decir, que la vida es una tortura insufrible y la muerte, el paso hacia la nada, o hacia la metempsicosis, que viene a ser lo mismo, un tormento.

Un confinamiento en la India es mucho más grave que uno en España. Es un país pobre pero, sobre todo, por panteísta, es un país inclemente. Responden a la imagen de uno de sus pensadores indios, Rabindranath Tagore, quien se convirtió el cristianismo porque los dioses hindúes no se preocupaban del hombre, Cristo sí. Y también es indio Gandhi, el inventor de esa peste bendecida que es el pacifismo, verdadero motor de la diplomacia internacional y del constitucionalismo europeo actual. Sí, porque nada atrae más ira que el pacifismo, si ampara la injusticia. Recuerden que no hay paz sin justicia.

Que no les pase a nada a los cristianos perseguidos

Más que de dónde viene el coronavirus empiezo a preguntarme hacia dónde nos lleva el confinamiento. Más que el porqué empieza a preocuparme el para qué.

Y que no les pase nada a los cristianos perseguidos en la India. En mi opinión, resulta más preocupante la violencia panteísta contra los cristianos que la de los musulmanes.