Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han reunido en Moncloa para firmar su enésimo Frente Popular (FP). Esta vez, FP económico.

Ambos se han conjurado para forzar una prórroga del zapaterismo: un frente popular que dispare el gasto público, suba los impuestos para financiar ese incremento del gasto en subvenciones y, como colofón de los dos puntos anteriores, disparar el desempleo. Natural: si a las empresas, en especial a las pequeñas y a los autónomos, les fríes a impuestos, reaccionan contratando al personal estrictamente imprescindible.

Como Europa no se lo va a permitir, todo acabará en fraude doloso y doliente

Es la diferencia entre lo privado y lo público: el Estado puede endeudarse casi indefinidamente, la empresa, sobre todo la pyme, no, porque quiebra. Pero, mientras eso ocurre, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pueden presumir de trabajar “a beneficio de los huérfanos y de los pobres de la capital”. Eso sí, dándoles un pez… comprado con los impuestos extraídos a las clases medias, no enseñándoles a pescar.

Por cierto, respecto a los autónomos, no firmados, por lo que no los cumplirán, entre socialista y neocomunistas podemitas halan de ayudar al autónomo con una escala progresiva de cuotas. Hay que ser jetas: si casi todos los autónomos cotizan por lo mínimo (¡qué remedio les queda!) cualquier escala progresiva no terminará en un descenso de las cuotas que paga el autónomo, sino en una subida.

La filosofía del pacto PSOE-Podemos consiste en… cambiar la historia

Además, como naturalmente Bruselas no les va a permitir disparar el déficit fiscal, las promesas del tándem frentepopuliSta quedarán en nada y lo pagaremos en paro.

Porque las políticas económicas nunca enardecen a las masas: en contra del tópico, cosecha menos votos de lo esperado. Y en contra de la apariencia, lo moral, o lo inmoral, cosechan muchos más. Y así, la filosofía que emana de la reunión de ayer entre un Pedro Sánchez que precisa de podemos y de separatistas (Frente Popular) y un Pablo Iglesias que ya se siente co-gobernando, es… la memoria histórica. Es decir, cambiar la historia para hasta conseguir que los republicanos ganen la guerra de 1936, casi 80 años después. Es difícil, pero puede conseguirse.

Y, en este punto, socialistas y neocomunistas, Sánchez e Iglesias, pertenecen al mismo Frente Popular de la II República: se entienden a la perfección. Su nexo es su común cristofobia.