Un Gobierno no es el que arregla la vida de la gente sino el que le reparte dinero… dinero que, por cierto, no es suyo sino de los ciudadanos.

Un Gobierno expresa qué modelo de vida impulsa -luego los ciudadanos lo aceptan o lo rechazan- según a quien concede sus subvenciones, según a quién reparte su dinero.

Con sus subvenciones, el Gobierno de Madrid, el de Isabel Díaz Ayuso, impulsa la ideología de género -esa que no existe pero lo inunda todo- repartiendo dinero a grupos de activistas LGTBI, feministas, animalistas, y, en general, anticlericales.

Pablo Casado debe unirse a Abascal para dejar de ser rehén de Ciudadanos… y debe hacerlo el 6 de abril

Por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso, del PP, gobierna con las termitas de Ciudadanos -el día en que este partido desaparezca España respirará, aliviada- pero necesita de los votos del partido católico Vox. El jueves 5, Ayuso pretendía una rebaja de impuestos, lo cual, aunque sea mínima, está muy bien, pero Rocío Monasterio, hasta el gorro de que el venenoso vicepresidente Ignacio Aguado, de Ciudadanos, y la inefable presidenta pepera, la precitada Ayuso, le tomen el pelo y continúen subvencionando la ideología de género… se negó a aprobarla. Hizo bien.

Era el mismo día en que los centristas de Cs se unían a PSOE, Podemos y otros radicales de izquierda para el manifiesto tontito a favor del aquelarre del 8 de Marzo. Lo leyeron en el pasillo del legislativo madrileño y se quedaron muy a gusto. Es más, las cámaras de TV grabaron el acto. La lectura y el contenido no, porque, ¿a quién le interesa?

Total, que la rebaja de impuestos no salió adelante y que Vox y la extrema izquierda, por razones bien distintas, votaron conjuntamente. Pero esto no tiene por qué ser malo. De hecho, es bastante bueno. Ojo, Monasterio no sólo quería que el Gobierno de Madrid, con los impuestos de los madrileños, amamante a los grupos que viven de expandir la venenosa ideología de género entre menores y adultos. También quería que se redujera el gasto público porque los menores ingresos previstos por el consejero Lasquetty se iban a equilibrar con emisión de deuda. Es decir, que el único partido poltiico ortodoxo, el único que no quiere solucionar los problema de hoy endeudando a los ciudadanos del mañana, por ejemplo, nuestros hijos, se llama Vox. Por decirlo de otro modo, había razones de ideario y razones de ortodoxia económica. Vox no es sólo el único partido cristiano en las instituciones. Es también, el único partido liberal del espectro político español.  

Los principios cristianos y el programa liberal de Vox, unido a la institucionalidad del PP, es la única forma de llevar a Casado hasta La Moncloa

En cualquier caso, ¡bien por Rocío Monasterio! En materia de principios, no se cede. Ahora ya sólo falta que Díaz Ayuso caiga en la cuenta, al igual que su jefe de filas, Pablo Casado, de que está dando vida a un agonizante Ciudadanos, el mismo partido que le traicionará un día sí y otro también –por ejemplo en Telemadrid-, mientras está perdiendo la oportunidad de aliarse con Vox, el único defensor de principios cristianos que existe en el Parlamento nacional y en el madrileño.

La conjunción de los principios cristianos, de la mera sensatez en un mundo político enloquecido, que imprime Vox, así como, algo muy olvidado, el hecho de que el programa económico de Vox sea el único de carácter liberal, y unidos ambos elementos a la institucionalidad del PP, podrían llevar a Pablo Casado, como cabeza de filas de esa coalición, con Santiago Abascal como segundo, hasta la Moncloa.

De hecho, muchos no vemos otra posibilidad de que Casado sea presidente del Gobierno. Al modo actual, lo único que está haciendo es ofrecer oxígeno a un moribundo Ciudadanos. Y así, por ejemplo –de esto se ríen mucho en Moncloa-, Casado le va a regalar un par de diputados en el Parlamento vasco a quien, de otra forma, no habría obtenido ninguno. A cambio, el PP se convierte, en media España, en el rehén de Ciudadanos.

Un buen día para el pacto PP-Vox sería el 6 de abril.