• El 'hedge fund' británico presiona contra el intento de Competencia de cambiar el marco regulatorio, que implicaría un recorte de las tasas aeroportuarias.
  • Ya ha recurrido a la Audiencia Nacional, por otra vía que la propia AENA, contra los criterios tarifarios que propone la CNMC.
  • El fondo (7,7%) teme que el recorte de ingresos afecte también a la valoración de la compañía, y quiere rentabilizar su inversión no sólo con dividendo.
  • Por cierto, la acción cotiza a casi 96 euros y acumula una subida desde el 11 de febrero superior al 65%.

El hedge fund británico The Children Investment (TCI) ha conseguido incorporar en el orden del día de la primera junta general de accionistas de AENA, que se celebra este próximo miércoles, el intento de la Comisión Nacional de la Competencia (CNMC) de cambiar lo criterios regulatorios. El efecto se materializaría en una bajada de las tarifas aeroportuarias, de acuerdo con los criterios para separar los costes de las actividades aeroportuarias (como las tasas) y los comerciales (duty free, cafeterías y restaurantes) que aplica AENA. El regulador ya advirtió al gestor, que preside José Manuel Vargas (en la imagen), que está considerando algunos costes de una manera incorrecta, "infravalorando los de las actividades comerciales" y le obligó a reducir sus ingresos de tasas aeroportuarias en 42 millones de euros en 2016. Y es ese año precisamente, 2016, el que sirve de referencia para la congelación de las tarifas durante los próximos diez años. Para TCI, aplicar el criterio de la CNMC supondría un impacto de 1.000 de euros en la valoración de la compañía. Estamos, por tanto, ante una guerra entre el regulador y una parte de los accionistas. De hecho, no es sólo TCI el que discrepa con la CNMC, sino el propio Consejo de Administración de AENA, que ya aprobó la propuesta del fondo británico. Y la cuestión ha llegado también a los tribunales. En concreto, a la Audiencia Nacional a través de dos recursos, uno de TCI y otro de la propia AENA. Mientras los accionistas miran por lo suyo, la CNMC -un regulador que presume de independiente- también. De ahí su resolución del 30 de abril sobre la asignación de los costes aeroportuarios de AENA. El regulador quiere, en concreto, que se transfieran cerca de 70 millones de costes regulados al capítulo de gastos comerciales, aprovechando el sistema de doble caja que utiliza la compañía. Ese ajuste, en suma, supondría un recorte en los ingresos que obtiene AENA por las tarifas de entre un 2% y 3% en próximo año. El impacto en 2016 sería un recorte por vía tasas de 42 millones. Esas son las razones también de TCI para pelear contra Competencia ya que ese recorte en los ingresos tendría un impacto directo en la cuenta de resultados de AENA. Aparte de las cifras, el fondo británico ha querido asumir un cierto protagonismo en el litigio. Podría haber presentado el mismo recurso con AENA. Ha preferido ir en solitario. Y tiene su lógica. Pone de manifiesto que no es un accionista cualquiera, ya que tiene un 7,7% a través de dos sociedades luxemburguesas, TCI Luxembourg y Talos -por aquello de operar con ventajas fiscales-. Y al mismo tiempo, aspira a rentabilizar su inversión más allá de los dividendos y teme el efecto que pueda tener el recorte de las tasas en el balance de la compañía y en la valoración de la misma. La intención de TCI de entrar en AENA viene de lejos. Ya estaba en el núcleo duro inicial pactado en octubre con Enaire -la empresa dependiente del Ministerio de Fomento que controla el 51% de la empresa parcialmente privatizada (49%)-, junto a Corporación Financiera Alba y Ferrovial, que desistieron después de la rectificación del Gobierno sobre la nefasta valoración del gestor antes de sacarlo a bolsa. TCI aspiraba entonces a tener un 6,5% -luego adquirió hasta un 7,7%- por el que pagó no los 51,6 euros de los que se habló en octubre sino los 58 euros a los que debutó AENA finalmente en bolsa en febrero). Y hay que decirlo todo: AENA cotiza por encima de los 95 euros (95,4) y acumula una revalorización superior al 65% desde el 11 de febrero. Rafael Esparza