Dos declaraciones, a cual más interesante, las de este martes, en el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional por la intervención del Popular, en junio de 2017. Le tocaba el turno al consejero independiente Antonio Pérez Jaime y al consejero dominical, el mexicano Antonio del Valle.

Empecemos con el independiente. De entrada, Pérez suelta la bomba: la famosa terna de Reyes Calderón, aliada de Antonio del Valle para cambiar a Ángel Ron, era una filfa.

A Goirigolzarri, que les mandó a paseo antes de empezar a hablar, ni le cuentan. La terna que presenta Reyes Calderón estaba formada por Manuel Pizarro, Ángel Rivera (exPopular en el Santander) y Emilio Saracho. Los dos primeros eran de mentira, según Pérez y todos sabían que el elegido era Saracho.

Pero, y aquí viene lo que, al menos en este digital desconocíamos, Pérez cuenta que el entonces subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy, el socialista que más inquina sentía hacia el banco, les reunió para pedirles que fueran “generosos” y que, en resumen, podían votar a quien quisieran, siempre que su nombre empezara por ‘e’, su apellido por ‘s’ y viniera de JP Morgan. Y resulta que muchos directivos, nada más aterrizar Saracho, sospecharon que aquel hombre venía para vender el Popular… y para venderlo al Santander.

Añadan lo siguiente: 10 meses atrás, marzo del mismo año 2016, el gobernador, Luis María Linde y el subgobernador, Fernando Restoy, recibían a Ángel Ron. Restoy le animaba a fusionarse, -o sea, a ser absorbido- por el Santander. Ron respondió que muchas gracias pero que tenía otros planes. Algo que sentó tal mal a quien hoy preside el Financial Stability Institute (FSI), organismo dependiente del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS), que abandonó el despacho. Y lo más sorprendente: cuando se hubo marchado, el gobernador Luis María Linde le confesó que había hecho bien.

Recapitulemos:

1. Fernando Restoy, el hombre que pedía a sus inspectores que fueran intransigentes con el Popular, le pide a Ron que entregue el banco al Santander.

2. Restoy, un subgobernador del Regulador, anima a los consejeros a traicionar a Ángel Ron y a apostar por Saracho.

3. Saracho llega y pone el banco en venta… mirando hacia el Santander.

Verde y con asas, o blanco y en botella.

Por cierto, al igual que a Antonio del Valle, la jugada le salió mal a Emilio Saracho: la presidenta del Santander, Ana Botín, como ya adelantara Hispanidad, le espetó, en mitad de la negociación, que no le consideraba interlocutor válido. Lógico: ¿por qué iba a pagar por el Popular si se lo iban a regalar?

El mexicano Antonio del Valle no quería controlar el banco, pero tenía preparados 1.500 millones de euros (más del 40% del capital)

La declaración ante el juez José Luis Calama del mexicano Antonio del Valle también tiene enjundia. El hombre vino de “yo no sé nada”: él no tuvo nada que ver con el fichaje de Emilio Saracho, apenas conocía a Reyes Calderón, desde septiembre de 2016 tenía a su primo en el Consejo y se enteraba de lo que ocurría en el Popular por la prensa, no pidió la dimisión de Ángel Ron sino la del consejero delegado, no jugó a bajista contra la cotización del Popular y, atención, no quería controlar el banco.

Ni apostó por Saracho ni filtró noticias negativas a la prensa, ni jugó contra el Popular en cortos, ni trabajaba junto a Reyes Calderón. Es un damnificado. A la postre, sí

Cualquiera se puede creer cualquiera de estas afirmaciones (yo no me creo ninguna) pero la última no. Porque Del Valle entró en contradicción flagrante cuando aseguró que él no quería controlar el Popular pero que, miren por dónde, tenía preparada una ampliación de capital de 3.000 millones de euros en la que él y su socio y amigo (después de eso, ni socios ni amigos), el banquero chileno Andrónico (con perdón) Luksic, tenían preparados unos 1.500 milloncejos para quedarse con la mitad de la ampliación de 3.000 millones de euros. Si consideramos la capitalización de entonces, 1.300, de la que Del Valle poseía un 4%, digamos que, en el peor de los casos, Del Valle controlaría el 40% del capital, y con ese porcentaje se manda en cualquier sociedad cotizada.

En algo tiene razón: al final, el peligroso Del Valle pasó de lobo a cordero y acabó siendo todo un damnificado.

Como Emilio Saracho, sólo que éste obtuvo una remuneración interesante de ocho millones de euros por cinco meses de trabajo fallido. ¡Puro estrés!