• Y el informe de Deloitte continúa siendo objeto de controversia.
  • ¿Un informe de liquidación para valorar a una empresa?
  • Pero ni las conclusiones de Deloitte justifican el precio que el Santander pagó por el Popular: un euro.
  • Lo que ha quedado claro es que a partir del Popular, España tendrá que tragar con todos los caprichos de Bruselas y Fráncfort.

Qué noche la de aquel día, la del 6 al 7 de junio, la de la intervención interesadamente frustrada, pergeñada con el objetivo de que el Popular de Emilio Saracho (1.300 millones de euros de valor en bolsa) se vendiera al Santander de Ana Botín por 1 euro. La versión oficial es que todo ocurrió en una noche pero fue una noche muy larga, porque los equipos de Santander y Popular llevaban días negociando. Y el punto de inflexión de esa negociación llegó cuando la presidenta del Santander, Ana Botín, le hizo llegar, según mis fuentes, vía Rodrigo Echenique, el siguiente mensaje a Emilio Saracho, aún presidente del Popular: ya no eres interlocutor. Lo cual demuestra que Ana Botín ya tenía el visto bueno de Bruselas y Fráncfort, así como del Gobierno español (¡Qué papelón has hecho Luis de Guindos!) y se podía tomar la libertad de descabalgar al presidente de la parte contratante. Recuerden, la pelea entre los consejeros Reyes Calderón y Francisco Aparicio Valls propicia la salida de Ángel Ron, momento que aprovecha Antonio del Valle para conspirar un poco más, relevar a Ron y, ya con Saracho en la Presidencia, preparar su alternativa junto a la familia chilena Luksic: compra barato para vender caro. Para ser exactos, por 2.500 millones de euros. Antes, hay que reseñar otro protagonista de esta historia: Vicente Tardío. El representante de Allianz aprovecha para vengarse de Luis Valls-Taberner, muerto 10 años atrás pero que nunca le quiso en el Consejo del Popular. Tardío se alía con el mexicano Antonio del Valle, con llamada incluida  de la central de Allianz en Munich, para "evitar el escándalo" de una junta extraordinaria. Tardío y Del Valle presionan para que el sustituto de Ron no fuera Manuel Pizarro sino Emilio Saracho. El representante de la aseguradora alemana, llama en su ayuda a Fernando Restoy, el subgobernador progre quien, naturalmente, elige a Saracho y margina a Pizarro. Pero lo que cuatro meses después no podía sospechar Saracho, el hombre que no tenía "ni puta idea de cómo gestionar este puto banco", es que Roma no paga traidores y que Ana Botín no le quería para nada, ni tan siquiera como interlocutor con el que conseguir un buen precio. El mejor precio por el Popular, un euro, lo ofrecía la propia Junta Única de Resolución y el propio BCE. ¿Quién necesitaba a Saracho por mucho que les hubiera sido útil para hundir la cotización? Otra cuestión que ha traído mucha cola ha sido el informe de Deloitte. La auditora asegura que se trataba de un informe de liquidación y con ello justifica el bajón. En cualquier caso, ¿un informe de liquidación para valorar a una empresa? Eso no es valorar sino infravalorar una compañía. Pero ni las conclusiones de Deloitte justifican el precio que el Santander pagó por el Popular: un euro. Eso sólo podía lograrlo el conjurado mayor: el binomio Bruselas-Fráncfort quien aseguró que iba a intervenir el Popular por falta de liquidez. Es decir, una expropiación sin justiprecio avalada, eso sí, por la autoridad competente, que servía de coartada al Santander. Y la milonga de la liquidez pasará a los anales del sector bancario. Por último, lo que ha quedado claro es que, a partir del Popular, España tendrá que tragar con todos los caprichos de Bruselas y Fráncfort. Si permite que se malvenda el Popular por un euro, la próxima vez, Fráncfort le exigirá que el Deutsche compre el Tesoro Público español y el Gobierno transigirá. Y lo comprará por un euro. Y es que cuando participas de una farsa acabas siendo objeto de burla. Eulogio López      eulogio@hispanidad.com