Mientras todavía colea el ‘Delcygate’, como algunos lo denominan, es decir, el ‘encuentro clandestino’ de Ábalos con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, (hoy El Mundo asegura que el número tres del PSOE mantuvo una segunda entrevista con Rodríguez en una sala VIP de Barajas), Rodríguez Zapatero, -más oportuno imposible-, le tocaba las narices a un Pedro Sánchez que se ha desvinculado de la nueva visita, cuarenta van ya, del ex presidente español a Caracas.

"El expresidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero, ha viajado a Venezuela estrictamente en su condición de ciudadano particular", señala el Ministerio de Exteriores español, "sin ostentar ningún cargo de representación y sin mandato alguno del Gobierno de España".

Pero mientras Maduro se piensa lo de dejar con el trasero al aire al socio de Sánchez, y al propio Sánchez también, Zapatero se planta en Caracas para dar oxígeno al falso diálogo

Dicen que Zapatero es, en algunos aspectos, la mano que mece la cuna del cambio de criterio de España sobre Venezuela y dicen, y esto es lo que puede pesar más para justificar el volantazo de Sánchez, que  Nicolás Maduro tiene "agarrados por la solapa" a los ministros de Podemos por su supuesta financiación ilegal. Lo dice Pablo Casado, una afirmación a la que se puede añadir, que Podemos debe su fundación, su financiación e incluso su existencia al "régimen dictatorial chavista", ahora liderado por Maduro que amenaza con tirar de la manta.

Pero mientras Maduro se piensa lo de dejar con el trasero al aire al socio de Sánchez, y al propio Sánchez también, Zapatero se planta en Caracas para dar oxígeno a un falso diálogo.  Porque, si dialogo es la conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas y comentarios de forma alternativa  sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo…en el caso de Rodríguez Zapatero  el interlocutor solo es uno: Nicolás Maduro.

La oposición venezolana no reconoce a Zapatero porque lo consideran “un abogado del chavismo” y Guaidó no lo quiere ni ver.

A todo esto hay que sumar el mosqueo de Josep Borrell, actual Mr. PECS de la Unión Europea, que ante los acontecimientos, -es decir, la entrevista del ministro Ábalos y la vicepresidenta venezolana en Barajas, y la supuesta conversación de ésta con Pedro Sánchez por teléfono, más el boicot a Juan Guaidó en su visita a España-, aterrizaba la semana pasada en  Washington.

En la agenda, reuniones con el secretario de Estado, Mike Pompeo, y con el asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, Robert O’Brien para fijar posiciones respecto a Venezuela. Hay que recordar que Borrell  se reunía el pasado 22 de enero en Bruselas con Juan Guaidó que le trasmitía la necesita de un apoyo firme y coordinado de la Unión Europea para lograr lo que todos quieren: la asfixia del régimen venezolano y elecciones libres este mismo año.

Borrell  se reunía el pasado 22 de enero en Bruselas con Juan Guaidó que le trasmitía la necesita de un apoyo firme y coordinado de la UE para lograr la asfixia del régimen venezolano

Así que, con las peticiones de Guaidó bajo el brazo, Borrell se veía con O`Brien y con Pompeo para poner sobre la mesa los principales detalles de la solución política, solución exprés a ser posible, para Venezuela que contempla medidas de presión máxima contra Nicolás Maduro  que pasan por estrangular el corazón económico del país, el petróleo. Sanciones que Guaidó pide ejecutar de forma coordinada entre Estados Unidos, Hispanoamérica y Europa.

En este sentido, según publicaba el Financial Times el pasado 5 de febrero, durante la reunión que mantuvo Trump con Guaidó, un alto funcionario norteamericano, presente en el encuentro, se refirió a la posibilidad de aplicar sanciones a las petroleras “que operan con Venezuela”.  "Ya sea Rosneft, ya sea Reliance, ya sea Repsol, ya sea Chevron aquí en EE. UU…yo iría con cautela en relación a las actividades en Venezuela que apoyan directa o indirectamente a la dictadura de Maduro".

Las sanciones estadounidenses han contribuido al colapso de la producción de petróleo que se ha producido en Venezuela, que depende del crudo y del 90% de sus exportaciones. “El régimen de Maduro”, aseguraba ese mismo funcionario, “ha respondido diversificando sus fuentes de ingresos, utilizando el contrabando de oro, el tráfico de drogas y las remesas de los refugiados venezolanos en el extranjero para crear nuevas fuentes de ingresos”.