España es una curiosa anfitriona de la COP25 y no sólo por albergarla como segundo plato, pues la Cumbre está presidida por Chile y se ha tenido que preparar en tiempo récord (apenas unas pocas semanas). Y es que en su apuesta por la transición energética, destaca el cierre progresivo de los siete reactores que aún están operativos entre 2027 y 2035, pese a que las nucleares evitan emisiones de entre 30 y 40 millones de toneladas de CO2, según datos de la Sociedad Nuclear Española. 

Algo que debería tener en cuenta el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, quien no tuvo reparos en inaugurar la COP25 (algo que debería haber hecho el Rey, que es el Jefe de Estado). Y más tras el último informe del Global Carbon Project publicado el pasado miércoles, en el que se anuncia que este año habrá un nuevo récord de emisiones de dióxido de carbono en el mundo: 36.800 millones de toneladas, lo que supone un 0,6% más que en 2018, debido al mayor uso del petróleo y el gas, y pese al descenso del carbón. Además, en el discurso que Sánchez dio el pasado lunes, en el cual pidió a los líderes mundiales “pasar de las palabras a la acción”, una “renovada ambición climática y un compromiso real con la acción por el planeta”. Sánchez señaló que España está lista para dar ese paso al frente, e incrementar el ritmo de reducción de emisiones comprometido para 2030, con una premisa: no dejar a nadie atrás.

Este año habrá un nuevo récord de emisiones de dióxido de carbono en el mundo: 36.800 millones de toneladas

Al hilo de esto, él mismo y la miembro más verde de su Gabinete, ahora en funciones, Teresa Ribera, deberían tener en cuenta el mix energético y ecológico que quiere la ONU: renovables, nuclear y captura y almacenamiento de carbono. Pero también deberían recordar que el Acuerdo de París, al que tanto aluden una y otra vez en sus discursos ecológicos, es neutro desde el punto de vista tecnológico, por lo que no existe ninguna restricción ni limitación para que los distintos países puedan utilizar en sus mix de generación la tecnología que consideren adecuada. 

Sánchez recordó que estamos en emergencia climática (de hecho, el Parlamento Europeo la ha decretado hace unos días) y que en 2018 ha vuelto a marcar niveles máximos de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, datos que ponen en riesgo el objetivo del Acuerdo de París de limitar a 1,5 grados el aumento de las temperaturas. Todo esto son razones más que suficientes para que tuviera en cuenta que la nuclear es una fuente de generación masiva de electricidad (la primera en España) que no produce gases de efecto invernadero.

El parque nuclear mundial evita cada año la emisión de cerca de 2.000 millones de toneladas de CO2. Sin este, las emisiones subirían un 6%

Nuestro país debería mirar lo que sucede en otros países, como EEUU, donde 90 de sus 98 reactores van a operar durante 60 años y algunos ya están pidiendo autorizaciones para que se alargue su vida útil a 80. También podría fijarse en Francia, donde la nuclear es la primera fuente de generación eléctrica y sólo reducirá su peso en el mix. Y es que la energía nuclear es importante en todo el mundo, donde actualmente están operativos 449 reactores, y también en lo ecológico: ha evitado la emisión de más de 68.000 millones de toneladas de CO2 desde 1970, lo que equivale a cinco años de emisiones del sector eléctrico mundial, según el informe Climate Change and Nuclear Power 2018 del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). De hecho, cada año, el parque nuclear evita la emisión de cerca de 2.000 millones de toneladas de CO2 y sin este, las emisiones derivadas del uso de la energía subirían un 6%.