Este viernes, festividad de San José Obrero, al Gobierno no se le ha ocurrido otra cosa que presentar su nuevo cuadro macroeconómico… después de remitir a la Comisión Europea (anoche, a punto de expirar el plazo) la actualización del Programa de Estabilidad y el Plan Nacional de Reformas. Tras las cifras conocidas en rueda de prensa, parece que estamos ante los incumplimientos de Nadia Calviño y María Jesús Montero, pues cuesta mucho creer sus previsiones “prudentes” de PIB, impuestos, déficit y deuda.

Un cuadro macroeconómico que está avalado por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), ha presumido la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital… algo que ahora no resulta raro y más cuando su expresidente, José Luis Escrivá, es ministro. El Gobierno prevé que el PIB se desplomé un 9,2% este año, tras el batacazo que se ha dado en el primer trimestre, y ojo, porque estima que se recuperara y subirá un 6,8% en 2021. Eso ¡sería un milagro! Y más teniendo en cuenta que la inversión se derrumbará un 25,5%, algo en lo que contribuye el Ejecutivo, pues no está favoreciendo la inversión pública, sino que la ha abandonado y sólo apuesta por la subvención.

La inversión se derrumbará un 25,5%, algo en lo que contribuye el Ejecutivo: no favorece la inversión pública y sólo apuesta por la subvención... para asegurar el voto

Ahora es el momento de hacer inversión pública, que crea puestos de trabajo, y no de sólo dar subvenciones (entre ellas, el nuevo ingreso mínimo vital, pese a que ya existe la renta mínima, y que sólo será un alimenta-vagos), que acaban conduciendo a la miseria. ¿De verdad es un Gobierno socialista? Llama la atención, porque los socialistas siempre han sido muy partidarios de la inversión pública… aunque también les han gustado las subvenciones, el hecho de que estas se impongan refleja la gran influencia de los comunistas (o sea, de Unidas Podemos) dentro del Gabinete… y eso que sólo tiene cinco de los 23 sillones azules.

Un escenario que hace dudar más aún del pronóstico de que la inversión crezca un 16,7% en 2021. Claro que el tema de la balanza comercial no es mejor: Calviño ha señalado que las exportaciones caerán un 27,6% este año… y subirán un 11,6% en 2021, y las importaciones caigan un 31%… y aumenten un 9,3% el próximo año. Cifras que cuesta mucho creer y más teniendo en cuenta sus palabras, pues ha dicho en más de una ocasión que la crisis del coronavirus “no es un problema nacional sino global”, ante el que considera que “hay que dar una respuesta europea”. Y a todo esto se añaden los pronósticos relacionados con el empleo, que siguen siendo disparatados: descenderá un 9,7%, casi lo mismo que la economía española, pero en 2021 subirá un 5,7%, mientras la tasa de paro pasará del 14,1% del año pasado al 19% y luego al 17,2%. ¿En serio? Con la pérdida de 285.600 empleos en el primer trimestre, a la que suman los millones de trabajadores afectados por los ERTE, uno no se atreve a poner la mano en el fuego de esta manera... a no ser que los planes enviados a Bruselas sean más bien un mero trámite, o sea, papel mojado.

España debería fijarse en Italia, que prevé una caída del PIB del 9,1% y un crecimiento del 4,8% en 2021, pese a apostar por la reconstrucción, de la mano de Vittorio Colao. O indsutrailizamos el país o vamos directos a la ruina. 

Pero Calviño ha defendido las cifras y no ha tenido reparos en afirmar que las previsiones “prudentes” están en línea con las de otros organismos, como el Banco de España, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Funcas. Vean los cuadros, porque ninguno advierte un milagro tan potente para el PIB español como el Gobierno Sánchez. Y la propaganda (ni que estuviéramos en elecciones) va mucho más allá, al compararla con los números de la zona euro (-7,5% y 4,7%) y de otros países europeos… De hecho, España debería fijarse en Italia, que prevé una caída del PIB del 9,1% y una recuperación, llegando a un crecimiento del 4,8% en 2021, y todo ello pese a que sí ha apostado por la reconstrucción y la ha fiado a un profesional de prestigio (Vittorio Colao). Algo que gusta al portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, que defendió que “tiene que haber alguien ajeno al Gobierno que esté pensando sólo en reindustrializar España”.

Y ojo, porque la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno tampoco es mucho más creíble. María Jesús Montero prevé que el déficit sea del 10,34% del PIB este año, “el mayor desde 2012”, o lo que es lo mismo: alcance los 115.671 millones de euros. Y respecto a la deuda pública, se estima que pase del 95,5% al 115,5% este año… o sea, más herencia para nuestros hijos, nietos… Y ojo, porque con tanta subvención, el Estado no hará otra cosa que endeudarse mucho más y si el mercado no lo compra, lo hará el Banco Central Europeo (BCE)… pero eso, tarde o temprano, hay que pagarlo, señor Sánchez.

Está claro que Pedro Sánchez prepara una subida de los impuestos

Montero prevé que la recaudación fiscal baje un 5,2%, destacando los descensos en: IRPF (-2,4%), IVA (-5,2%), Sociedades (-8%), Impuestos Especiales (-6,7%) y cotizaciones sociales (-5,75%). Unos números que también cuesta creer… y hacen sospechar en que habrá subida de impuestos, pese a que ni Calviño ni Montero se han mojado en las preguntas de los periodistas al respecto (y aprovechando que en la rueda de prensa por videoconferencia no ha posibilidad de repreguntar…). Simplemente, han destacado los nuevos impuestos que ya crearon (más conocidos como ‘tasa Google’ y tasa a la banca) que están en tramitación parlamentaria y podrían entrar en vigor en el último cuatrimestre. Además, Montero ha añadido su Ley de Lucha contra el Fraude, que “está a punto de entrar en el Congreso”. ¿y con eso pretende solucionar la caída de la recaudación? No, Montero prevé llevarse una tajada, cómo no, de tantas subvenciones... pues el impacto de las medidas de gastos, la minorización de los ingresos y las medidas de liquidez se calcula en 138.923 millones. 

Traducido e insistido: que el Gobierno prepara una subida de impuestos... de la que no hablará hasta 24 horas de ponerla en marcha.