El portavoz de unas de las más importantes compañías españolas me dice que a la subvención que prepara Pedro Sánchez, conocida como ‘ingreso mínimo vital’ y que rondará los 500 euros, “nadie se puede negar, tras el coronavirus”.

Pues mira, me niego yo. En primer lugar, porque mi interlocutor sólo trata de justificar la postura dócil de sus jefes cuando Pablo Iglesias, uno de nuestros peores ciudadanos, se puso en contacto con los presidentes del IBEX y éstos, todos ellos educados en colegio de pago, le respondieron con palabras extraordinariamente comprensivas. Es decir, que se acoquinaron frente al vicepresidente en lugar de poner firme a este aprendiz de tirano (¿O quizás ya no es aprendiz sino oficial?).

El que no trabaje que no coma: el que reciba una subvención pública debe dar algo a cambio. Y el ingreso mínimo debe ser temporal

Si todavía se tratara de una medida estrictamente temporal, temporalmente ceñida al tiempo que dure el primer impacto del coronavirus, podría pasar. Pero, atención, los ministros de Sánchez ya hablan de que la renta vital ha venido para quedarse… es una medida para siempre y probablemente -aunque ya sería el colmo de los colmos- llamada a sumarse a la renta vital autonómica… que ya existe. Y entonces viene la gran pregunta: si el Estado central me paga 500 euros y la comunidad autónoma donde resido otros 450, ¿para que voy a trabajar 40 horas a la semana por 950 euros al mes?

El salario mínimo vital es comprar el voto. Consiste en repartir limosnas, con el dinero de los demás, a cambio de la libertad y dignidad de la personas

En segundo lugar, el ingreso mínimo vital o renta única, o como se le quiera llamar, convertida ahora en la medida estrella del Gobierno sociopodemita, y al que la derecha no se atreve a oponerse (tampoco Vox, que con el coronavirus no ha podido hacerlo peor) representa un atentado contra la libertad y la dignidad de las personas.

Un español de bien no quiere una limosna del Estado porque ofende su honor (como decía Chesterton, el honor es un lujo para los aristócratas pero una necesidad para los porteros), lo que quiere es ganarse el pan con el sudor de su frente. Las limosnas atentan contra su honor y contra su dignidad. Si hay que aceptarlas por un asunto sobrevenido, el coronavirus, se aceptan pero como algo estrictamente transitorio. La regla sigue siendo la de San Pablo: “El que no trabaja que no coma”.

La renta mínima vital es mucho peor que el PER. Al menos, el Per exige algo a cambio

La renta vital de Sánchez e Iglesias no es sino un alimenta-vagos. Mucho peor que el PER, y mire la sociedad que ha creado el PER. Al menos, en esta dádiva rural, el perceptor tiene que ofrecer a la sociedad una serie de peonadas, al menos en teoría.

Por las mismas, el perceptor de una renta mínima debería estar obligado a ofrecer algo a cambio a la sociedad: cuidar ancianos, limpiar las calles, plantar árboles, lo que sea pero algo.

Por tanto, lo lógico sería que un Gobierno de izquierdas, en lugar de proponer el ingreso mínimo vital (“que ha venido para quedarse”) pusiera en marcha empresas públicas para salir de la crisis a la que nos ha llevado, más que el coronavirus su estúpido confinamiento duro, que ha parado la actividad económica y condenado al paro a unos 5 millones de españoles.

Quien se gana un salario trabajando es un hombre libre, un subvencionado es un mantenido del Estado, un esclavo del Gobierno

Si, se va a pagar la renta mínima con deuda pública -y así se va a pagar- cree empresas públicas con deuda… ‘en lugar de’. Empresas que tendrán que competir en el mercado, que ofrecerán puestos de trabajo (y formación y experiencia) a los parados por el Covid-19, empresas que algún día tendrán que mantenerse por sí mismas, que habrán retornado la inversión… o que serán vendidas a un tercero. En cualquier caso, empresas que crearán trabajo, no limosnas.

Señor Sánchez, si va a endeudar al Estado, endéudele para algo fructífero no para engendrar un pudridero social de perezosos.

Quien se gana un salario trabajando es un hombre libre, un subvencionado es un mantenido del Estado, un esclavo del Gobierno. Sánchez e Iglesias quieren crear esclavos. Eso sí, esclavos libres para elegir entre votar al PSOE o a Podemos, porque si no vota a uno o a otro… se te acaba el chollo.

Sánchez e Iglesias quieren crear esclavos. Eso sí, esclavos libres para elegir entre votar al PSOE o a Podemos, porque si no votas al uno o a otro… sentirás que se te acaba el chollo

El coronavirus ha cerrado las puertas de España a los 150.000 jornaleros marroquíes que venían a recoger nuestra cosecha. El ministro Luis Planas ha decidido otorgar un salario, compatible con el subsidio de paro, a los desempleados “de proximidad”. Es decir, a los jetas que viven de la subvención pública al lado mismo del campo de recolección. ¿Qué ocurre, que hasta ahora cobraban el subsidio de paro y se negaban a trabajar en la recolección de cosechas?

Sí, ocurre eso mismo. Y este alimenta-vagos, con cargo a los impuestos que pagan el resto de trabajadores, autónomos y empresarios españoles no nos ha enseñado la lección y ahora el Gobierno socio-podemita pretende generalizar este sistema injusto y perverso de alimenta-vagos.

Insisto: si el ingreso mínimo vital es temporal, estrictamente temporal, de acuerdo. Si no, Gobierno: crea empresas públicas y coloca en ellas a los parados provocados por el coronavirus.