El Opus Dei ha sido una de las grandes fuerzas de la Iglesia moderna. Fundado por San Josemaría Escrivá se convirtió en una fuerza motriz de la Iglesia que, desde España, se extendió por todo el orbe católico y, sobre todo, se convirtió en guía segura, como en un certificado de calidad cristiana. Porque, en efecto, lo era. 

La Iglesia de las catacumbas que viene se parece mucho a la Iglesia de 1931: el poder está en su contra

Sin embargo, el Opus Dei atraviesa ahora una crisis de vocaciones. Para ser claro, la Obra se encuentra ahora en una encrucijada. O languidece o vuelve a empezar, “comenzar y recomenzar”. En resumen, debe volver a San Josemaría, que no deja de ser el mismo santo que, cuando tuvo lugar la persecución al 'Opus' se plantó ante el Santísimo y le dijo lo siguiente. "Si la Obra no sirve a la Iglesia, Señor, destrúyela". A la Iglesia no se le sirve ni tan siquiera fundando colegios, universidades y hospitales. Todo eso son buenos medios, pero no son fines. La Obra se construye con santidad y siempre en lo políticamente incorrecto.  

Traducido: no aceptar lo políticamente correcto y arriesgarse a perderlo todo… a volver a empezar

También porque esta etapa se pude resumir así: Juan Pablo II quería y comprendía al Opus Dei; Benedicto XVI lo comprendía, pero no lo quería, Francisco ni lo comprende ni lo quiere. Y por otra razón más importante, que, a fin de cuentas, hablamos de la obra de Dios, no de la obra de los papas: la Iglesia de las catacumbas que viene se aparece mucho a la Iglesia española de 1931: el poder está en su contra y no caben medias tintas. Ya no sólo se va contracorriente, se va contra el poder, empeñado en destruir a la Iglesia y a la civilización cristiana.

Traducido: no sólo no hay que aceptar lo políticamente correcto, sino que hay que revolverse contra ello. Y arriesgarse a perderlo todo… a volver a empezar.

Y el caso es que es espíritu del Opus Dei es el más apropiado para el Reinado Eucarístico que viene, porque es la hora de los laicos

Una ventaja: el espíritu del Opus Dei es el más apropiado para el Reinado Eucarístico que viene, porque es la hora de los laicos. Estamos abocados a una Iglesia con pocos guías, una Iglesia de catacumbas donde las sotanas han desaparecido (y esto tenía su importancia) pero donde, sobre todo, han desaparecido los antiguos maestros –que vestían con sotana– y ahora, sin perder el carácter sacramental del Cuerpo Místico, los laicos se ponen al frente de la resistencia.  

Todo a medida del Opus Dei, pero del Opus Dei de San Josemaría y del beato Álvaro del Portillo.