Se llama Juan Carlos Márquez Camberra. Apareció muerto en Alcobendas, suicidado, el pasado domingo, un día antes de su cita con la Audiencia donde tenía que declara por un caso de blanqueo de dinero… relacionado con el embajador de España en Venezuela, Raúl Modoro.

Sigan a ese hombre. Un socialista de pro, con los mejores contactos con el régimen chavista y con la petrolera Pedevesa. Porque Chávez no sólo creó una dictadura sino que utilizó el petróleo para pagar a mucha gente, sobre todo en el exterior, que validara su tiranía en el mundo. Y uno de los principales valedores del régimen chavista, ha sido el PSOE.

Cuando los casos de corrupción tocan al PP el recorrido es largo. Si toca la PSOE muere antes de nacer

Y cuando Morodo, hombre que viene de Tierno Galván y Felipe González,  extraordinariamente bien relacionado tanto con Rodríguez Zapatero como con don José Bono, acaba en el banquillo, y cuando uno de los colaboradores de Chávez relacionado con el sumario, va y se suicida, pues hombre, da pábulo para sospechas ulteriores.

Por de pronto, en el caso Morodo ya tenemos un suicidado

Y todo esto poco tiene que ver con un Sánchez que se ha cansado de repetir, durante el debate de investidura, que la moción de censura del 1 de junio de 2018 que le llevó a La Moncloa se debió a una sentencia sobre corrupción contra el PP. Lo cierto es que cuando el caso de corrupción toca al PSOE no tiene recorrido. Ya se encarga el PSOE de que no lo tenga.

Pero lo de Morodo no es moco de pavo.

Por ahora, ya tenemos un suicidado.