• España se parece cada vez más a Italia… en lo malo.
  • Y como en Italia, excluido el cristianismo de la política, neocomunistas y plutócratas luchan por el poder o se lo reparten.
  • Nunca veremos una Cataluña independiente de España pero sí una Cataluña, y aún toda España, en guerra civil.
  • Será un enfrentamiento de todos contra todos. El nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, contribuirá a ello.
  • Es lo que ocurre cuando se deja manejar un Parlamento a una minoría majadera, como la CUP.
  • Y es lo que pasa cuando se deifica la nación y se adoptan métodos bolivarianos.
  • ¿Cómo ha llegado Artur Mas a esto? Por narcicismo, el gran defecto catalán. Pro, ojo, su carrera política no ha terminado.
Todo catalán sabe que la tramontana impenitente vuelve locos a los gerundenses, gironeses o gerundíes, de la misma manera que los zaragozanos están un poco chalados por mor del cierzo. Ahora, un gerundí, Carles Puigdemont, sustituirá a Artur Mas como presidente de la Generalitat por exigencia de un grupo minoritario de majaderos neocomunistas (hoy llamados antisistema) de marca CUP, a los que, miren por donde, no les gusta Artur Mas. A cambio, y esto indica lo mucho que les preocupan sus principios, la CUP hace como los clubes de fútbol: cede dos estrellas para que aseguren la gobernabilidad de 'Junts pel Sí'. O sea, que poseen convicciones tan profundas como reversibles. Aunque también podría suceder –más divertido todavía- que CUP volviera a convocar a sus bases en asamblea democrática y estás votaran no al acuerdo de ayer, sólo por fastidiar. O mejor: investirían a Puigdemont como president de la Generalitat y, a continuación, en un par de meses, le echarían abajo en una moción de censura. Yo es que me mondo. ¿Qué está pasando en Cataluña? Lo mismo que en la Italia de un cuarto de siglo atrás (estamos de suerte, sólo vamos con un 25 años de retraso). Y, ¡ay dolor!, me temo que lo mismo que en el reto de España. Recuerden lo que ocurrió en Roma. Democracia Cristiana y Partido Comunista, las dos grandes fuerzas históricas de la postguerra, empiezan a no defender sus principios, los unos, los contra-principios estalinistas; los otros, los principios cristianos y así, claro, se llegó al "compromiso histórico" entre la Democracia Cristiana y el PCI (Pichí), que los cachondos de los italianos acabaron denominando "compromiso histérico". Lo mismo ha hecho Artur Mas, representante de la derecha cristiana (sí, igual que UDC) catalana y de la pequeña propiedad, con los chiflados neocomunistas de CUP. Ahora bien, ¿Cómo acabó el asunto en Italia? Pues en Italia acabó con la disolución tanto de la DC como del PCI y con un resurgir de movimientos de cierto tintes fascistas, como La Padania, o de tintes, sobre todo, plutócratas, como el Forza Italia de Silvio Berlusconi (para entendernos, Tele 5 y su Sálvame). En eso se convirtió la Democracia Cristiana. ¿Y el otro firmante del compromiso, el Partido Comunista Italiano (PCI)? Pues terminó en un refundación tipo Podemos, en Antonio Gramsci, comunismo que llega al poder por la vía democrática para luego corroer la democracia desde dentro. Eso es bolivarianismo, o sea, Pablo Iglesias y sus adjuntos chiflados. Que ya verán cómo, antes o después, Podemos se alía con la CUP e incluso con ERC. Y en Cataluña y en toda España, al igual que en Italia, excluido el cristianismo de la política, neocomunistas y plutócratas lucharán por el poder o se lo repartirán. Reinará el transformismo ideológico. Recuerden que la plutocracia sólo tiene un principio, el lucro, y está dispuesta a matar por él, y que el neocomunismo, como el viejo comunismo, no es más que una grandísima mentira: todo vale con tal de alcanzar el poder: centralismo o independentismo, mercados financieros o economía centralizada, libertad religiosa o imposición agnóstica, el bien y el mal, la verdad y la mentira, la belleza y la exaltación de la fealdad. ¿Y la cuestión nacional, que se supone es la clave de lo que pasa en Cataluña, cuando la verdadera la clave es la descristianización de Cataluña y de España? Fácil: dos caras de una misma moneda. En España hay separatistas catalanes; en Italia hay separadores del norte que quieren expulsar a los del sur dentro de una Italia, eso sí, en la que todos creen. Pero insisto. Separatistas españoles y separadores de la Italia rica son dos caras de una misma moneda. La conclusión es lo que hemos repetido en Hispanidad: ni ustedes ni nosotros veremos una Cataluña Independiente, pro lo que ha ocurrido el sábado, con el compromiso histérico CDC-CUP y la entronización de Carles Puigdemont como nuevo presidente de la Generalitat, si colabora a la guerra civil que está a punto de estallar en Cataluña y en el conjunto de España y quien sabe si Cataluña no será el detonante. No piensen en una guerra civil como la del 36 sino en un enfrentamiento civil de todos contra todos, que tiene su raíz en el alejamiento de Cristo, lo que los sociólogos tontos llaman secularización de la sociedad. Por cierto, Gerona (no Girona, porque estoy escribiendo en Castellano, y en castellano no digo London, sino Londres) es probablemente, la provincia más descristianizada de toda España. Y no, este dato no es baladí. A día de hoy, Puigdemont sólo cree en un dios: la independencia catalana… contra la 'invasión' española. Y ojo, no siempre fue así. El nuevo presidente de la Generalitat procede de una familia católica de la localidad gerundense de Amer, donde poseen una pastelería. Se casó con una periodista y actriz rumana, Marcela Topor (conocida en Gerona como Mars, con la que tiene dos hijos). Se casaron por el rito ortodoxo y católico. Pero hoy, convertido al nacionalismo independentista, su único dios es ese: Cataluña. Como casi toda CDC, dicho sea de paso, que ha aceptado de forma acelerada y acrítica, los planteamientos abortistas, feministas, homosexualistas, regalistas, ataques a la escuela privada y al enseñanza religiosa… y cualquier cosa que contraríe a la Iglesia. ¿Cómo ha llegado Artur Mas a esto? Por narcisismo, el gran defecto catalán. ¿Cómo es posible que un hombre con la cabeza bien amueblada, hombre de la transición, catalanista pero no independentista, se haya creído el mesías de una nueva nación? Porque alababa su narcisismo hasta la demencia. En ella está. Ahora bien, como en el chiste, Mas puede estar loco pero no es gilipollas. Dicho de otra forma, ¿Artur Mas se ha retirado de la política? No hombre no, ha evitado una derrota histórica en las urnas, pero… su propósito es el del general Douglas MacArthur: "Volveré". Me explicó: en CDC sabían que, si iban a nuevas elecciones, podrían quedarse en fuerza marginal de 20 diputados. Además, en CDC ya estaban hartos del mesianismo de Arthur Mas y ya le estaban buscando un sucesor. Para entendernos, esto de la generosidad de Mas dando un paso al costado (¿Se puede andar hacia el costado?) debe entenderse de la siguiente forma: No puedo ganar las próximas elecciones, en CDC no me lo van a perdonar, mejor me marcho ahora y me quedo como jefe del partido con un tonto útil al frente del Gobierno. Seguimos con el pensamiento Mas: Gobierno que durará 18 meses (es lo previsto en los acuerdos con ERC en 'Junts pel Sí') y que a lo mejor los de la CUP deciden que dure la mitad. Así que, en el entretanto, me dedicaré a refundar CDC. Por de pronto, cambiándole el nombre. Y luego esperó a que me pidan que vuelve, por aclamación… y cuando se haya retenido, desde la Generalitat ejerciente, la sangría de votos del nacionalismo moderado. Porque, créanme, una cosa es el narcisismo del ser el nuevo Moisés creador de una nación (más bien el nuevo Abraham) y otra bien distintas ser tan idiota como para pensar en una Cataluña independiente en un mundo que –ojo, desgraciadamente- tiene de la globalización y sin ninguna rezón histórica ni colonial para reclamar dicha independencia. En plata: Mas sabe que Cataluña no será independiente jamás, pero le mola jugar a soberanista líder de un pueblo, protagonista de "el nacimiento de una nación". O sea, como Vladimir Putin en Rusia, como Steve Jobs en Apple: me voy pero te juro que mañana pedirás mi vuelta. Me voy del Gobierno pero me quedo de líder en el partido para reclamar mi regreso al gobierno. Por cierto, RTVE, la tele de Rajoy, que nunca ha sabido controlar teles, está hablando de un gran programa especial para retransmitir la sesión del Parlamento donde se investirá el nuevo presidente (ya verán qué risa como un solo diputado se confunda, porque ya no habrá tiempo para una aprobación por mayoría simple, debe ser absoluta). Lo digo porque si algo le gusta al narcisista es que Madrid, RTVE, le coloque en el proscenio. Mire usted, se trata de la elección de un presidente de una comunidad Autónoma de las 17 que componen España. ¿De verdad hay que darle tanta importancia? Eulogio López eulogio@hispanidad.com