• El país deja caer su moneda, el yuan, para animar las exportaciones y tiñe de rojo los mercados por el temor a una crisis global.
  • La lectura para los inversores es el riesgo de una nueva guerra comercial y la interna, en el país, el temor a un estallido social.
  • El Banco Mundial sitúa el problema: debe pasar a un modelo de crecimiento basado en el consumo y los servicios.
  • El regulador chino suspender otra vez las cotizaciones por las pérdidas superiores al 7% y alarga la limitación de la venta de títulos.
  • El barril de petróleo, otro damnificado de la crisis, pierde un 11% en dos días y toca ya su nivel más bajo en 11 años.
China debe pasar a un modelo de crecimiento basado en el consumo y los servicios y de esa transición dependerá no sólo la evolución de sus propia economía, sino también la de los países emergentes. Es otra constatación, esta vez del Banco Mundial, sobre las sombras en la economía global, en la misma línea que ya han pronosticado el Fondo Monetario Internacional y del que se hacen eco estos días los mercados. Y es que, como les comentábamos el martes, 5, con China, el desastre no ha hecho más que empezar. Las dudas sobre que China -la segunda economía mundial con un peso del 15% en el PIB global-, sea capaz de articular un cambio de modelo han llevado al Banco Mundial a rebajar su previsión del PIB mundial del 3,3% al 2,6%, como consta en el informe Perspectivas económicas mundiales 2016. Sobre China, en concreto, pronostica un crecimiento del 6,7%, más bajo que el 6,9% de 2015. La incertidumbre en los mercados, mientras, se traduce en nuevos batacazos. Los desplomes han empezado en la Bolsa de China, donde se han vuelto a suspender las cotizaciones por el descalabro de sus dos principales índices, el Shanghái (-7,32%) y el Shenzhen (-8,35%). La sesión ha durado sólo media hora: ha sido la más corta de su historia. El detonante, esta vez, ha sido la devaluación del yuan decidida por el Banco Central chino. Ha sido la mayor depreciación diaria en relación al dólar desde el agosto, mes en el que saltaron, por el mismo motivo, todas las alarmas. La divisa china se sitúa ya en mínimos de cinco años y el objetivo no es otro que relanzar por esa vía las exportaciones, por la que China aspira a crecer junto a las infraestructuras. Ahora bien, la interpretación de esa devaluación se traduce en la misma proporción en nuevos temores a que el gigante asiático esté comenzando a activar una nueva guerra comercial. China, en su lectura interna, necesita crecer para evitar un estallido social, que es lo que ocurría si aumenta la tasa de paro en el país más poblado del mundo. Y paralelamente, el regulador chino ha decidido establecer de forma permanente lo que en principio era una medida temporal: la limitación para vender a los poseedores del más de un 5% de las acciones de una empresa cotizada. Esa decisión, que no tiene otro objeto que sostener los valores, iba a terminar este viernes, pero no será así. Por otra parte, las reservas de divisas de China, las mayores del mundo, cayeron en 2015 a su nivel más bajo, según los datos publicados por el Banco Popular de China, lo que añade preocupación sobre la fuga de capitales del país. Esta salida se ha disparado especialmente desde el verano, cuando el banco central decidió devaluar la moneda por sorpresa. Las reservan cayeron en el año en 470.000 millones de euros, hasta los 3 billones. Pero el problema de fondo no varía. China está herida en la peor enfermedad que puede sufrir una economía: la caída del consumo por la ausencia de una clase media homologable a la de otras regiones. Y a eso se añaden que la explotación laboral y los suelos de miseria para fabricar más barato y elevar las exportaciones. Dentro del país, sin embargo, la demanda no crece, lo que se traduce, para las empresas, en menor rentabilidad y más dificultades para devolver los créditos que han suscrito. La incertidumbre, en fin, de la economía china tiñe de rojo un día más todos los mercados, con caídas superiores al 2% en las bolsas europeas. El selectivo español, el Ibex 35, pierde ya el nivel de los 9.000 puntos: el desplome se acerca al 3%. Y es que, como recuerdan algunos analistas, la desaceleración de China es cada vez más evidente. Es esa también la razón de la caía de las materias primas. El barril de petróleo, por ejemplo, toca ya un nivel mínimo en 11 años, por debajo de los 35 dólares en el caso del Brent. En dos días, ha caído un 11%. Pesan con fuerza el exceso de suministro y los niveles récord de producción, pero también la menor demanda del gigante asiático. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com