En noviembre de 2016, el entonces CEO del BBVA, Carlos Torres, publicó un artículo en la web del banco que comenzaba de esta manera: “Este año celebramos el 55º aniversario de la presencia de BBVA en Paraguay, lo cual es motivo de orgullo para todo el Grupo BBVA y una muestra de nuestra vinculación con el país”.

Dos años y medio después -noche del miércoles 7 de agosto-, el banco ha vendido su filial paraguaya a los Gilinski por 270 millones de dólares, unos 241 millones de euros. Cuando el banco colgó el cartel de ‘se vende’ a su filial hispanoamericana en 2015, esperaba percibir entre 300 y 400 millones de euros. Está claro que el negocio bancario cotiza a la baja no solo en Europa. La diferencia es aún más clara si nos fijamos en los 645 millones de dólares (unos 470 millones de euros entonces) que cobró el BBVA en 2013 por la venta de Panamá, una filial muy parecida a Paraguay.

Vamos con el comprador, que no es paraguayo sino colombiano: Jaime Gilinski, el mismo que en 2013 compró un 5% del Sabadell -pagó 275 millones de euros-, con una única intención: controlar el banco. No tenía prisa pero sí una firme determinación. Después de entrar en el Consejo de Administración -tenía derecho-, intentó controlar a Josep Oliu, pero fracasó. Fue entonces cuando, entre bambalinas, buscó una fusión por absorción con el BBVA. Consideraba que su etapa en el banco había finalizado, es decir, que había llegado el momento de recoger lo sembrado. Cuanto más, mejor. Pero tampoco tuvo éxito. Al final, y después de fracasar en la toma del 10% del Sabadell, se volvió por donde había venido. Ahora ha comprado BBVA Paraguay, “referente en la modernización del sistema bancario”, según Torres.