• Eso sí, el titular de Economía aclara que lo suyo no es meterse en la vida interna de una sociedad privada.
  • No juzga, por tanto, la salida de Ron y la entrada de Saracho.
  • Pero asegura la solvencia de la entidad y por doble vía: Banco Central Europeo y Banco de España.
  • ¿Y entonces?
Lo comentaba el ministro de Economía Luis de Guindos acera del cambio en la Presidencia del Banco Popular: "Yo he preguntado al regulador y me han dicho que no había ningún problema en ningún banco español". ¿A qué regulador? ¿Al de Francfort o al de Cibeles? -A los dos. A ver si nos entendemos. Guindos se apresura a matizar que él no entra en el relevo de Ángel Ron por Emilio Saracho, dado que los gobiernos no entran en la vida interna de los grandes bancos. Bueno, una de esas mentiras que hay que aceptar como verdad, para evitarnos ulteriores molestias. Ahora bien, asegurar que el Popular no tenía problemas de solvencia nos lleva a una pregunta ulterior: entonces, ¿por qué se precisaba un cambio en la Presidencia? ¿Había razones ortodoxas para el relevo o simplemente respondía al cabreo de los mexicanos en minusvalía, al protagonismo de la consejera independiente, Reyes Calderón, y a las ganas de Borja Prado de salir del cementerio dorado de Endesa? Ciertamente, también se podría argumentar que el Popular era solvente, pero que su rentabilidad estaba comprometida por el agujero inmobiliario. Bueno, pero entonces, si lo que necesita el Popular es liquidez, que no rentabilidad del negocio típico, eso no se arregla con un cambio en la Presidencia sino con la inversión de alguien dotado de liquidez, sean fondos de inversión (¡qué horror!) o sea el Carlos Slim de turno. En cualquier caso, las palabras de Guindos ponen luz sobre un relevo traumático y ratifican lo ya dicho por Hispanidad: el deber de Emilio Saracho es demostrar su valía inyectando liquidez… y pronto. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com