Hamas ha lanzado sobre la frontera israelí a sus mujeres y hasta a sus jóvenes, siguiendo la tradición musulmana de que la guerra es una cuestión de familia… donde la familia debe morir. El Ejército israelí ha respondido con balas, no con antidisturbios y el desastre ha terminado con al menos 55 muertos provenientes de Gaza y los territorios controlados por Hamas.

Al mismo tiempo, Netanyahu, antes sionista que judío, persiste en su línea: en tiempos de violencia golpea y en tiempos de tranquilidad, ni negocia ni concede.

Hamas ‘consigue’ que el Ejército hebreo mate a 55 palestinos

El motivo del lunes negro ha sido la protesta contra el traslado de la embajada norteamericana desde Tel Aviv a Jerusalén. Algo lógico si consideramos que un país tiene derecho a colocar su capital donde quiera. ¿Qué pensaríamos nosotros si los franceses se empecinaran en colocar su embajada en Barcelona?

Ahora bien, sólo hay una ciudad en el mundo que puede provocar una guerra global y esa es la capital de las tres religiones: cristiana, judía y musulmana. Curiosamente, la más importante de ellas, en todos los aspectos, no figura en la pugna entre judíos e islámicos por la razón de siempre: los cristianos no tienen Estado, salvo el minúsculo Estado de la Ciudad del Vaticano.

En cualquier caso, la diplomacia mundial ha olvidado que la cuestión jerosolomitana sólo puede ‘solucionarse’ con el plan que implementara Karol Wojtyla, el Papa más amigo de los judíos: una ciudad abierta, bajo mandato internacional (me temo que la ONU) donde se movieran con libertad las tres religiones y que, al mismo tiempo, pudiera ser la capital de Israel y de Palestina. Y sin olvidar que los más marginados de Jerusalén son los cristianos.

Netanyahu ha elegido la vía sunita y ha involucrado en ella a Estados Unidos. Un gran error

Netanyahu se ha encargado de dinamitar ese sueño pero no olvidemos que Israel sigue siendo una democracia libre rodeada de dictaduras árabes que, además, lleva décadas luchando por su supervivencia, dado que sus enemigos no se conforman con otra cosa que con aniquilarla.

En cualquier caso, el principal error de Netanyahu, y ha arrastrado con él a Donald Trump, ha sido optar, no por la paz con los árabes sino por la división en el seno del mundo islámico, una técnica muy arriesgada. Netanyahu ha optado por el sunismo de Arabia Saudí frente al chiísmo capitaneado por Irán.

En cualquier caso, o se llega a un acuerdo sobre Jerusalén o continuaremos en peligro de guerra, pero de guerra global. No por un país, ni por una zona sino por una ciudad. ¿Qué se trata de una guerra de religión? Por supuesto, todas las guerras son guerras de religión. Y es que para el ser humano racional, Dios, la cosmovisión y el modelo de vida resultan cuestiones mucho más relevantes que, por ejemplo, la economía o la mera supervivencia.