Sr. Director:

El panorama democrático español es desolador. De los partidos que se presentan, distinguimos entre aquellos que odian España y los que la desprecian, al lado de otros que se someten libremente a consolidar los errores cometidos durante tantos años, todos incapaces de proponer un cambio profundo y una verdadera adaptación al siglo XXI. Lo único que les une es la insistente petición de un voto "sectario", ese que nunca se realiza con la conciencia tranquila, ese que finalmente se introduce en la urna por el mero hecho de ganar (echar, más bien) al contrario. El miedo es el arma más esgrimida en esta campaña (más, si cabe, que en las anteriores). Miedo a la derecha, miedo a las pensiones, miedo a la ya permanente crisis. Unos miedos que, curiosamente, consolidará en el siguiente gobierno, gane quien gane. Lo que más nos asusta será el motivo final por el que iremos a votar, ¿eso es la democracia? ¿el voto del miedo? nadie habla de valores, de principios, de dotar de criterios válidos a la población, de trazar planes que vayan más allá de los 4 años. Lo único bueno es que parece que estamos llegando a las profundidades. Solo nos puede salvar una patada fuerte en el fondo, que nos impulse hacia la superficie rápidamente pero, hoy en día, ¿quién es capaz dar este empujón, en un país cansado y plagado de políticos?