Sr. Director:

Los profesionales de la política no se caracterizan precisamente por la fidelidad a su palabra y a sus compromisos y promesas. Más bien (más mal), por todo lo contrario: por cambiarse de camisa o de chaqueta, contradecirse y faltar a lo dicho sin despeinarse, si eso les supone evitarse un marrón, o el acceso a situaciones de mayor poder o permanencia en él. Pero lo cierto es que, salvo casos excepcionales, solían tomarse algo de tiempo en pasar a decir Diego donde habían dicho Digo. Sin embargo, el caso de Pedro Sánchez es paradigmático de un nuevo y acelerado avance en la desfachatez política. Corren por las redes sociales diferentes y variados videos, aún calientes, donde no cesa de proclamar y repetir ante unos y otras, que él nunca sería presidente a costa del voto de independentistas y de podemitas. ¡Toma ya! Lo peor de estas actitudes es que la desconfianza que genera no sólo afecta al plagiario y mentiroso compulsivo en cuestión, sino que suele extenderse a toda la clase política. ¡Que luego no culpen a los electores de pasar de las urnas!