Sr. Director: He pensado siempre que no fue el mismo Felipe González, secretario General del PSOE, que Felipe González Presidente del Gobierno. Como tampoco es el mismo el Papa Francisco, que el Cardenal Jorge Mario Bergoglio.   En consecuencia tampoco D. Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno, es el Mariano Rajoy que era solo Presidente del PP. La purpura siempre marca, y cuando alguien acede a una posición de este tenor y dice que no va a cambiar, ya está cambiando. La cuestión es  cómo va a ser ese cambio, o a santo o a villano y, una u otra cosa, no por lo que digan los medios o el pueblo sino por sus hechos, que son los que quedan para la historia. En Agosto de 2003, finales, se decidió el destino del ahora Presidente Rajoy. El día 30 de ese mes y año, en su tercera, ABC publicó un artículo firmado por el entonces su director D. José Antonio Zarzalejos, que tituló: Rajoy, un valor seguro. En estos momentos de incertidumbre política que vivimos, releer esa tercera ha sido muy instructivo. Hace un análisis y define al personaje con un acierto poco común. Leyéndolo pienso que muchas de las diatribas que en estos cuatro años de gobierno le han lanzado, los medios y diversos analistas políticos, no tienen razón de ser si se conoce a la persona o se molesta uno en conocerla antes de criticarla. Claro que esa también es una característica de nuestro ser español, proveniente de la envidia y el cainismo del que no hemos podido desprendernos. "Se suponía-y se suponía mal-que Mariano Rajoy carecía en apariencia de la ambición necesaria para aspirar con crédito y solidez a la presidencia del PP y, si las urnas le fueran favorables, a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. Sin embargo, el gallego -que nada esperaba según la literalidad de sus palabras- ha desmentido con hechos su supuesta apatía por el poder al ejercerlo con sosiego pero con tesón, sin más excesos que los imprescindibles y con una suerte de escepticismo que relativizaba con la normalidad del ciudadano de la calle aquello que sabía, decía o hacia". Se dice en uno de los párrafos del mencionado artículo. El que no sea visceral o lanzado o "aparentemente hiperactivo", no quiere decir que sea apático o indolente. En su trayectoria, el que quiera verla, ha demostrado que es un hombre trabajador. En otro lugar del artículo, el periodista escribe: "el líder del primer partido de la oposición ha proclamado por activa y por pasiva, en círculos restringidos y más amplios, que le prefería, sin dudar, como futuro interlocutor" ¿Dónde queda el mantra de que no se puede llegar a acuerdos con él, o que no es persona abierta al diálogo? Claro que hablamos de diálogo, no de imposición y monologo por parte de la otra persona. Como ocurrió con el Sr. Mas, y ha demostrado el Sr. Sánchez en recientes fechas. Por ejemplo. Más adelante sigue: "Si ésta aseveración de Rodríguez Zapatero está inspirada por la caballerosidad de Rajoy, está en lo cierto; si acaso lo estuviera en la sospecha de una supuesta facilidad de manejo del personaje, se equivoca". Y aquí es donde se han equivocado muchos, que han pretendido manejarlo y han recibido los no más rotundos y firmes, causa de la animadversión  posterior tratando de hacerle daño a la persona, sin caer en el daño que estaban y están causando a España. No al Sr. Más, que ya es un difunto político, cuando le negó rotundamente el marco fiscal que le exigía para Cataluña, y que suponía un agravio comparativo para el resto del conjunto de España. A partir de ahí ya no podía haber diálogo, pues era un sí o sí o te la monto. Como ha sucedido. No a Bruselas, consiguiendo elevar el índice del déficit a cumplir, al principio de la legislatura, y no al rescate a la Nación, evitando el escollo que nos hubiera llevado a una situación, que habría impedido superar la recesión e iniciar la senda de la salida de la crisis en el tiempo que se ha realizado. No es comparable el rescate de una Nación, con el préstamo a entidades financieras para su saneamiento. No a medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, que pretendían seguir medrando y acaparando poder y beneficios en detrimento de una pluralidad y libertad amenazados. No al cambio Constitucional que pueda poner en peligro la propia existencia de España como Nación. Bastante hizo el anterior presidente dividiendo a los españoles y encendiendo odios que estaban prácticamente extintos. Podíamos seguir con otros no tanto externos como internos pero los anteriores son suficientemente representativos. "Tiene Mariano Rajoy una tendencia muy característica que no siempre cabe incluirla entre sus virtudes, -continúa el articulista- aunque lo sea en coyunturas en las que los nervios deben estar templados: deja, a veces, que los problemas se maceren; en ocasiones los esquiva, en otras, aplaza su diagnóstico fiado en la terapia que procura el tiempo. Y así hemos tenido y tenemos un Presidente, que ante la bravata del Sr. Mas, ha dejado que se macere en su propia salsa, y en vez de hacer de él un mártir de la causa, ha conseguido que se desprestigie el solo y que sean sus propios los que acaben arrojándolo a las tinieblas. Y eso actuando con la ley y de forma que nadie pueda decir que la actuación  no ha sido proporcionada. Y aquí entramos en sus olvidos. El más importante ha sido no darse cuenta, o sí, de los votantes que tenía. Si miramos las cifras de los que le apoyaron en 2004, 2008 y 2011; la diferencia entre las primeras elecciones en que concurrió, y las últimas que gano, la diferencia es de más/menos 400.000 votos. Es decir sus votantes fueron los mismos en las tres ocasiones, y se olvidó de cuidarlos cuando alcanzó la Presidencia. Creo que muy mal aconsejado. El simple hecho de que hubiera cumplido dos o tres promesas que se contemplaban en su programa electoral: defensa de la vida, derogación de la ley de elección del Consejo del Poder Judicial emitida por el gobierno socialista de Felipe González y devolverla a como está establecido en la Constitución, una ley de Educación defendiendo la verdadera libertad de enseñanza y buscando la excelencia; y no dejarse achantar por la oposición. Y promoviendo en la legislatura acabada la reforma electoral que se tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Solo con eso habría paliado los efectos de meter la mano -por demás imprescindible-en los bolsillos de los españoles, y de sus votantes principalmente, para sanear la economía y sacarnos del pozo en el que nos metió la mala gestión de gobiernos anteriores. Y aunque de la corrupción no los hubiera paliado del todo, habría llegado a las pasadas elecciones con sus nueve millones de flamantes votos. Quiero terminar con otras palabras del mencionado artículo. "No se ha distinguido Rajoy ni por el elogio encendido ni por las reafirmaciones crónicas de adhesión o fidelidad…Todo bajo el denominador del sentido común que Rajoy administra con la ironía y retranca de un hombre -él se define así- normal, tributario de su formación, de sus vivencias, de sus aprendizajes y de sus lealtades que las tiene, y se las tienen, los compañeros que pudieron estar donde él está y a los que ni su discurso, ni sus presencias y ausencias, acibaran lo que alienten de desconsuelo, desencanto o frustración. Ahora podremos contemplar quien está de todos los líderes de los distintos partidos, en esa multilateralidad tan deseada que compondrán el Parlamento que se constituirá en próximas fechas, dispuesto a volcarse y quemarse de verdad por ESPAÑA. O hará proféticas  aquellas palabras de D. Alfonso Guerra. "A España no la va a conocer ni la madre que la pario". J. R. Pablos