Sr. Director: Paso de hacer reflexiones sobre todo lo que hubo el pasado ocho de marzo. En su momento, hice algunas. Pero sí me anima el hecho de que leo, en la prensa del 10-3-2.018, sobre la dura situación que está pasando la familia de la chica de Aranda de Duero (Burgos), que denunció a tres futbolistas que militaban en el equipo de fútbol de esa población burgalesa, de buen vino y buen cordero. El Norte de Castilla: "Marta, la madre de la menor de Aranda: «Nos sentimos completamente solos»." "Respecto a la situación de su hija, afirma que la menor está «fatal, muy mal, cada vez peor». Añade que ha tenido que ser atendida en numerosas ocasiones por los servicios médicos y de emergencias por crisis de ansiedad y de pánico, la última vez, el pasado martes cuando conoció la salida de prisión de los tres futbolistas. «Ha sido muy difícil para ella afrontar la noticia de que están en la calle y también para nosotros, no hay justicia, no lo entendemos», insiste." «Voy por la calle y no entiendo por qué me tienen que insultar». Parece que sus expectativas judiciales y los presuntos apoyos que, con alegría y ligereza, recibieron de distintos estamentos oficiales, ha sido papel mojado. Y se sienten abandonados. El Norte de Castilla: "La familia de la menor se siente «abandonada» por parte de las instituciones públicas que considera les han dado la espalda. «El Ayuntamiento hizo un comunicado público poniendo a disposición todos sus medios, pero se quedó en eso, una puesta en escena y no hemos sabido nada de ellos». En una reflexión anterior, recomendaba ver la película: Ciudad sin piedad, de hace casi 60 años, en que el hoy centenario actor Kirk Douglas hace una actuación  memorable. Si la hubieran visto los padres que denunciaron lo que afirmaba su hija, dudo que hubieran presentado la denuncia. Pero hoy quiero arremeter contra el consejo repetido, de los que nos mandan y de los que viven de subvenciones públicas: mujer, denuncia. Y que lo hagamos además todo el mundo mundial. Y yo me pregunto, en un caso como éste: ¿para qué? ¿Para conseguir que a los tres muchachos les condenen a diez años o más, si consideraran en sede judicial que hubo delitos? ¿Para obtener una cuantiosa indemnización de tres muchachos que es muy posible que carezcan de ahorros y bienes? Con esto no se quiere  afirmar que se deban dejar impunes los delitos, ni que no se deba denunciar, pero es que aquí se ha empujado a una familia a un camino muy duro, en base a las declaraciones de una menor. Repito, unas primeras declaraciones de una menor. Luego está saliendo lo que está saliendo, y Dios me libre de juzgarlo, no es mi misión ni mi responsabilidad. Y visto este triste caso, paso a las denuncias que se vienen haciendo en procedimientos de separación y divorcio. Y, sobre ello, hay que afirmar, una vez más, que no valen para divorciarse o separarse. Todavía recuerdo leer hace ya unos cuantos años, cuando estos temas empezaban a salir en la prensa, como una mujer se había puesto de rodillas delante de un juez que había condenado al marido (entonces se era marido y mujer, hoy sólo cónyuges), porque el condenado era funcionario y el marido perdía el trabajo, el sueldo y los niños no tenían dinero y los gastos de la casa no había quién los pagara, pues el que podía y debía iba a la calle en su trabajo, y quizá a la cárcel. Mientras, los que reciben muchas quejas de mujeres, como son los servicios sociales de ayuntamientos, diputaciones y autonomías no denuncien, que no recomienden a nadie denunciar. ¿Seguro que cumplen con su obligación legal? Estadísticas, por favor. Primero porque puede pasar como en algunos casos que es peor el remedio que la enfermedad, y algunas mujeres es posible que hayan fallecido por poner denuncias. Y ahí queda eso. Segundo, porque para recibir ayudas las mujeres tienen que hablar mal del que libremente escogieron, y con el cual no las obligamos a estar un solo segundo no deseado. Tercero, como se indicaba anteriormente, las denuncias no son necesarias para separarse/divorciarse. Cuarto, meten a las mujeres en un camino que dejan de controlar, y digo esto porque estos días han salido declaraciones de la Fiscal Jefe de Castilla y León, y afirma que el derecho penal no lo resuelve todo, y, al mismo tiempo, pudieran tener criterios distintos al de la denunciante y cuando quiere dar marcha atrás, pueden seguir por el camino penal, contra el parecer, acertado o no, de la mujer. Problemas sociales, problemas de pareja en que no hay libro de instrucciones, y libertad, desde el segundo cero, para estar o no estar con la persona elegida. Si la denuncia ampara ventajas sociales o en un proceso de separación/divorcio, cuidadín, cuidadín. Si se busca venganza porque alguien se ha sentido herido, porque se esperaba otra cosa, reflexión. Si los que embarcan a la mujer a denunciar porque necesitan un número de denuncias para dar dinero, son finalidades políticas, y se ocultan problemas sociales. Insisto, una y otra vez, y otra y otra. No al derecho penal en relaciones libre de pareja, salvo casos extremos. Sí a la reflexión obligatoria, mediante una mediación familiar, en primer lugar,  para ver la situación social de todos, y eso parece que no gusta a los señores políticos. Y, cuando miles y miles de mujeres han salido pidiendo, exigiendo igualdad, lo que venimos pidiendo las asociaciones de padres; custodia compartida impuesta, para empezar a hablar. Jesús Ayala Carcedo, delegado de la Asociación de Padres de Familia separados de Burgos-A.P.F.S.-Burgos. 11-3-2.018. P.D.- Estos días ha salido una sentencia del Tribunal Supremo, sobre las garantías que ya imponía el artículo 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que viene afectando a muchos padres que son detenidos, con la simple denuncia de una mujer. Esperemos que esto evite más de una detención.