De entrada, felicitar a José María Marín Quemada (en la imagen), presidente de la CNMC, por la multa a las empresas lácteas, como la suiza Nestlé, la francesa Danone o la española Pascual por concertar precios. Ya lo decía Adam Smith: en cuanto se reúnen varios empresarios comienza a conspirar contra el consumidor.

No se puede permitir que las grandes industrias pacten precios para aumentar margen y encarecer los precios como no se puede permitir que trabajen a pérdidas para expulsar del mercado a sus competidores más pequeños. Bien por la CNMC.

A partir de ahí, dos matices. No sólo hay que proteger al consumidor sino también al proveedor, en este caso a agricultores y ganaderos, que están más dispersos y tienen menos capacidad de presión.

Segundo: en materia de fijación de precios agrícolas el problema no está en la industria trasformadora sino en las distribuidoras. Son las grandes superficies, lo grande, lo que destroza al pequeño proveedor, con precios abusivos, o no entras en la rueda o pagando tarde y mal.   

Pero, en principio, otro acierto de Marín Quemada y de la CNMC. Cuando no acierta el regulador de la competencia es cuando repara más en el reparto de cuotas de mercado entre empresas que en el consumidor final o en las maniobras de los grandes frente a los pequeños.

Hispanidad

redaccion@hispanidad.com