El asunto es muy sencillo. Un inmigrante negro sufre un ataque al corazón y un policía municipal trata de reanimarle. Algún chalado, no sabemos si vota a Podemos, considera que el policía que intenta salvarle le ha asesinado. No se dice así, claro, porque acabaría en los tribunales, sino que se dedica a responder a tan imperialista acto rompiendo lunas y amenazando a los vecinos.

De inmediato, los concejales de Podemos, los chicos de Manuela Carmena, aceptan la tesis del policía asesino y en lugar de defender a sus agentes, defienden a los vándalos. Y cuando se demuestra que no tenían razón, aparece Carmena, no para poner paz, sino para pedir que haya mucha paz porque aquí todos somos buenos.

Increpan a Manuela en Lavapiés, ¿por qué será?