Más que interesante artículo sobre un caso real: el padre socialmente condenado -presumo que a instancias de la  madre, según viene siendo habitual. Por de pronto, el autor lo trae a colación a cuento del caso Juana Rivas. Al amigo Teodoro le culpan de abusar sexualmente de su hijo y se tira dos años en prisión. Resulta que era mentira pero mientras los tribunales decidieron, esperemos que de forma definitiva, que todo era un invento, el niño recibió 150 sesiones de terapia para librarse de la ignominia que su padre había hecho caer sobre él. 15 sesiones ante un psicólogo de la Junta de Andalucía y yo confieso haber sido violado por mi padre entre los 0 y los 80 años. Que sí, que lo del feminismo y el homosexualismo enredados en la ideología de género y con todo el poder del Estado detrás no es baladí, no es una horterada. Es algo mucho más grave, es una injusticia que destroza vida. La de los padres y las de los hijos, a mayor gloria de un feminismo que con tal de ser el centro de atención es capaz de destrozar todo lo que le rodea. Hispanidad redaccion@hispanidad.com