Y eso es, justamente, lo que está pasando con el primer banco germano, que sube en bolsa en contra de toda lógica después, eso sí, de una buena tanda de castañazos. Lo de que el personal se traga algo aunque sea falso está en los manuales de marketing sobre cómo influir en la opinión pública. Y lo de que Deutsche Bank tiene problemas -gordos-, es una realidad (sobre todo por su naturaleza especulativa). Pero creer a partir de ahí en la posibilidad de un rescate… y público… va un recorrido, como en el clásico de aquí a Lima. El Gobierno alemán ha negado esa posibilidad a través de la propia canciller, Angela Merkel (esta semana), y del ministro de Finanzas, Wolfgang Schaeuble. El propio Deutsche Bank también ha negado que haya pedido un rescate, a través de un comunicado (esta semana), y el propio Ceo, John Cryan (este miércoles), en una entrevista a Bild. Pero la prensa germana insiste en el rescate (este miércoles, el diario Die Zeit, que estima que el Gobierno podría tomar el 25% del banco para salvarlo) y el mercado se lo cree. La única explicación está, como decíamos, en las ganas de creérselo, aunque sea falso. No es para menos, a juzgar por el desplome que arrastra la acción. Este miércoles sube en torno al 3%... después de haber tocado mínimos en 24 años. Detrás de todo está, básicamente, la multa de 12.500 millones que le puede caer en EEUU por su responsabilidad en la crisis de las subprime, que sería como la puntilla. A ver. De momento, negocia para que sea menos. Hispanidad redacción@hispanidad.com