La devaluación del yuan que ha decidido estos tres días el Banco de China no es muy complicada de entender… pero el régimen calcula bien. En clave interna, por supuesto. A Pekín le preocupa sobre todo la tensión social y en los últimos años, desde que tuvo que sacar los tanques en Tiananmen, no se ha andado con zarandajas para silenciar cualquier foco de protesta. Hong Kong ha sido, este año, el último ejemplo. La devaluación del yuan no tiene otro objeto que reactivar la economía china con el aumento de las exportaciones, y esa reactivación, a su vez, no tiene otro objeto que evitar que el paro crezca. Y si el paro no crece, los chinos, contentos: no protestan. Por otras razones, todos los países hacen lo mismo, pero como la medida viene de una dictadura con pautas económicas tan dirigidas, levanta suspicacias. Entre otras cosas, porque ese régimen comunista es tan enigmático como poco trasparente, pero tiene un peso en la economía global enorme, el 16% del PIB mundial. Y a eso se añade la tremenda sospecha de que lo de "un país, dos sistemas" (comunista y capitalista) tampoco funciona. Desconocemos el alcance de los desajustes chinos, pero no el impacto que pueden tener en el resto de la economía mundial. Hispanidad redaccion@hispanidad.com